Albares no cree que el Gobierno de Venezuela vaya a publicar las actas electorales y poder mantenerse en el poder    

La comunidad internacional ha defendido de manera unánime que el gobierno de Caracas presente esas actas. El problema para el Ejecutivo bolivariano es que esos documentos, con toda seguridad, reflejarían una victoria aplastante de la oposición de Edmundo González

Dos meses después de las elecciones de Venezuela, el Gobierno español ha llegado a la conclusión de que la administración de Nicolás Maduro no va a hacer públicas las actas electorales que reflejan los resultados reales de los comicios.

Así lo ha declarado este viernes el ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, que se encuentra en Nueva York, participando en la Asamblea General de Naciones Unidas. «Yo, sinceramente, no creo que el Gobierno (venezolano) vaya a publicar las actas», ha explicado en rueda de prensa, citado por el diario español El Mundo.

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La comunidad internacional ha defendido de manera unánime que el gobierno de Caracas, presente esas actas. El problema para el ejecutivo bolivariano es que esos documentos, con toda seguridad, reflejarían una victoria aplastante de la oposición de Edmundo González. De hecho, la oposición ha logrado obtener copias del 80 % de esas actas, en las que se refleja que los seguidores de González obtuvieron nada menos que más de dos tercios de los votos.

El cambio de actitud en relación con las actas refleja el callejón sin salida de la crisis política desencadenada en Venezuela por la negativa de Nicolás Maduro a aceptar su derrota y dejar el poder. El atasco también llega a la comunidad internacional. El jueves, a iniciativa de Estados Unidos, 31 países firmaron en Nueva York una declaración que afirmaba taxativamente que González había obtenido «la mayoría de los votos».

En teoría, ese texto debería significar que González ha ganado las elecciones, y, por tanto, él es el presidente electo de Venezuela. Pero las cosas son más enrevesadas. La comunidad internacional, haciendo gala de un formidable salto trapecista dialéctico, ha decidido que el ganador de las elecciones no tiene por qué ser necesariamente el presidente.

Así lo ha explicado Albares en su comparecencia, cuando, en referencia a los asignatarios del documento, señaló que «todos queremos que la voluntad democráticamente expresa de los venezolanos, sea la que triunfe», pero, al mismo tiempo, ha matizado, que ese objetivo «tiene que ser por medio del diálogo y la negociación», y que «la solución debe ser entre venezolanos y venezolanos; no puede venir del exterior».

El problema es que el gobierno de Maduro nunca ha mostrado una particular propensión a negociar con nadie, dentro o fuera de sus fronteras. Al mismo tiempo, la comunidad internacional quiere evitar una repetición de lo sucedido en 2019, cuando reconoció como presidente legítimo al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó. El chavismo se cerró en banda y, pese a el aislamiento diplomático y las sanciones económicas, impuestos por gobierno de Donald Trump, se mantuvo en el poder. La llegada de Biden a la Casa Blanca, con su levantamiento parcial de las sanciones, allanó el camino para la crisis.

Aunque el número de signatarios fue inicialmente de 31 entre países y organizaciones multilaterales—como la Organización de Estados Americanos y la Unión Europea—este viernes se están sumando nuevos Estados al manifiesto, y el Departamento de Estado de Estados Unidos prevé que esta noche el número de firmantes ascienda a 40.

La crisis electoral de Venezuela es para Albares el principal foco de tensión en Iberoamérica y Latinoamérica», pero no es la única que la diplomacia española tiene que afrontar en el país. También está la detención de dos ciudadanos españoles, acusados de espionaje.

Ahí el ministro ha sido cauto, debido al delicado aspecto humanitario del problema, y no ha querido hacer declaraciones. Normalmente, la liberación de ciudadanos detenidos en terceros países con cargos ficticios suele ser un proceso largo, que requiere negociaciones muy discretas. En esta Asamblea General de Naciones Unidas, Albares ha tocado el tema con la representación venezolana, pero no con el ministro de Exteriores de ese país, Yván Gil, que ha representado a Maduro en el evento.

España tiene otro frente más en Iberoamérica, debido a la exigencia de la presidenta electa mexicana, Claudia Sheinbaum, de que el rey Felipe VI pida disculpas por la conquista del imperio azteca por Hernán Cortés en el siglo XVI. Albares ha insistido en que el Gobierno «no va a aceptar es que vaya a haber cual que otra representación que no sea la del jefe del Estado».

El titular de Exteriores se ha mostrado optimista en creación al futuro de las relaciones entre España y México, debido a los fuertes vínculos personales, comerciales, económicos y culturales entre los dos países. Según fuentes diplomáticas, la exigencia de la presidenta mexicana es una imposición de sucesor, el populista Andrés Manuel López Obrador.

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