Alberto Barboza
El nivel de conciencia es la capacidad que tiene el ser humano para valorar las cosas en su
justa dimensión, es decir, darle el valor a lo que vale y menos valor a lo que menos vale.
Cuando el nivel de conciencia es irrisorio, entonces cometemos el error de no valorar una
situación, un buen trabajo, un amigo, una pareja y así por el estilo. Pues bien, eso fue lo que
nos pasó a buena parte de los venezolanos que no supimos valorar nuestra imperfecta pero
bella democracia, y el precio lo hemos pagado con creces.
A veces pienso, que a partir del 2025, esa Venezuela perdida, debe ser la primera visión de
país, para luego enrumbarnos hacia una segunda visión que es la verdaderamente correcta,
que se caracterice en lo político por un equilibrio en los poderes públicos, como base del
estado de derecho y la democracia, con un Estado no empresarial dedicado a las verdaderas
y legitimas funciones de gobierno; en lo económico, por una propiedad privada blindada,
que fomente las inversiones, un mercado abierto y competitivo, un venezolano
emprendedor, haciéndose cargo de sí mismo, sin esperar dadivas del gobierno, trabajando
duro y justamente retribuido; en lo social, un sistema educativo actualizado de acuerdo con
los últimos avances científico-tecnológicos, una seguridad ciudadana cuasi perfecta, que ya
sabemos es posible, de acuerdo con algunas experiencias en el mundo y una reconstrucción
del tejido social, que llevara mucho más tiempo que lo político y económico, pero es un
factor clave de éxito para mantener en el tiempo el estado de cosas mencionado
La razón de plantear dos visiones es técnica y gerencialmente correcta, ya que es muy difícil
llegar a ser un país de primer orden, partiendo de la situación actual en que nos
encontramos. Aclaro, la primera visión no es que tiene que ser parecida a cualquiera de los
gobiernos del periodo democrático. Mi planteamiento es que debemos planificar diferentes
hitos en el camino hacia el país que visionamos. Ello con el fin de garantizar el éxito en la
recuperación y transformación, he aquí la lógica, primero recuperación e inmediatamente
transformación.
El último gobierno democrático, representado por el Dr. Rafael Caldera, le entrego a su
sucesor, las siguientes variables macroeconómicas: una producción diaria de petróleo de
3.329.000 barriles, un producto interno bruto per cápita a precios corrientes de 3.970,43
dólares, un salario mínimo de 300 dólares, una inflación promedio de 61,29 por ciento, unas
reservas internacionales de 17.818 millones de dólares, una deuda externa de 28.582
millones de dólares, una PDVSA sin deuda, con procesos y estructuras fuertes, una
petroquímica en plena producción y otras empresas del estado en similares condiciones.
Esa última gestión de la llamada cuarta Republica, a mi juicio fue positiva, estos resultados
fueron a pesar, de que el Presidente Caldera recibió un país políticamente en conflicto, y
algo no menos importante, como lo fue la baja de los precios del barril de petróleo que
durante ese periodo estuvo por el orden promedio de 13,65 dólares el barril, inclusive llego
el precio del barril a 8 dólares, que conllevo a contar con menos ingresos de divisas,
agravado por el hecho de ser un país mono productor.
A Grosso modo, esa fue la Venezuela que recibió la “revolución”, y a pesar de haber gozado
el primer gobierno del presente siglo de los mejores precios del petróleo en la historia, que
hicieron un máximo para el 2008 de 140 dólares y un promedio de más de 60 dólares el
barril, que multiplicado por la producción de entonces el país recibió unos 957.595 millones
de dólares, casi un billón de dólares, aunque algunas estadísticas alegan que fue superior a
esa cifra. Cabe la pregunta: ¿Cuántos problemas de fondo no hubiese resuelto un gobierno
tecnocrático y medianamente eficiente? En el peor de los casos, sin hacer suficientes obras,
por lo memos haber creado un fondo como lo hizo Noruega, basado en el mismo concepto
de ingresos extras provenientes del negocio petrolero, que prácticamente es como una
especie de seguro social de los noruegos. Pero no, había otros planes, que no dieron
resultados positivos, que, en lugar de resolver los problemas existentes, lo que hizo fue
agravarlos y crear nuevos de mayor criticidad.
Pues bien, veamos el comportamiento actual de las mismas variables mencionadas: una
producción diaria de petróleo de 700.000 barriles diarios, un producto interno bruto per
cápita a precios corrientes de 3.640,81 dólares, un salario mínimo de 3,56 dólares, una
inflación promedio de 5.832,13 por ciento, unas reservas internacionales de 9.803 millones
de dólares, una deuda externa de 160.000 millones de dólares, una PDVSA endeudada y
depauperada, una petroquímica en igualdad de condiciones al igual que las otras empresas
del estado.
Venezuela, en términos absolutos y relativos, tiene las peores estadísticas de Latinoamérica
y algunas del mundo, después de haber tenido tantas potencialidades y oportunidades de
ser un país de primer orden, actualmente se encuentra sumergida en una crisis política,
económica y social, que de acuerdo con ENCOVI, alrededor del 80 por ciento de la población
se encuentra por debajo del umbral de pobreza, y el 50 por ciento de la gente vive en
pobreza extrema. Pero lo más vergonzoso y doloroso es una diáspora de 8 millones de
venezolanos que abandonaron el país en la búsqueda de las oportunidades negadas.
Me atrevo a dar dos recomendaciones a nuestra clase política verdaderamente opositora; la
primera, que en la retórica nunca olviden la cifras macroeconómicas objetivas generadas
por las llamadas cuarta y quinta Republicas, que la gente las entienda perfectamente a los
efectos de sensibilizar a quienes todavía no lo están, y la segunda; que sigan manteniendo
su discurso político electoral de extrema decencia, paz y esperanza, que no se pronuncien
improperios, ni una sola palabra que se pueda interpretar en términos de violencia y odio.
En estos momentos como nunca, la verdadera oposición va despuntando por muchísimos
cuerpos de ventaja para las próximas elecciones que representaran un punto de inflexión en
la historia republicana.
Alberto Barboza TW: @Abarboza192
Coach Gerencial en liderazgo, planificación y productividad
Mail: albertobarboza57@gmail.com