«Más vale ser vencido diciendo la verdad que triunfar por la mentira».
Mahatma Gandhi
En el mundo animal es sabido que las focas cuando aplauden no lo hacen por ser una gracia de un animal adoctrinado que busca congraciarse entre su especie, sino que es la forma de comunicarse en su ambiente natural. Eso no sucede en los humanos, porque a diferencia de esos mamíferos marinos, a algunas personas les gusta, encanta, agrada y si pueden sacar provecho de una circunstancia mucho mejor, cuando saben y tienen absoluto conocimiento de lo que hacen o harán.
Ello no quiere decir que las focas no sean inteligentes, astutas, sagaces y cautelosas, cuidándose mucho de sus depredadores. Lo son bastante, pero a diferencia de las personas no son, digamos, conscientes de ser manipulables, fácil de ser influidas, manejables al extremo que alguien, no me pregunten ¿quién o cuándo? tuvo la idea, diría ocurrencia, de calificar a grupos de personas de parecerse a las focas.
Esto no es nada nuevo. Es visto en cualquier actividad humana destacando especialmente en la política, cuando observamos en personas a fieles imitadores de estos animalitos de Dios, cuando aplauden con sus aletas palmeadas en el momento que su entrenador otorga un bocado de pescado en recompensa de una actuación.
Es muy parecido a lo que vemos durante la cotidianidad política, donde una dádiva, obsequio, promesa o una «jalaita de ….», termina siendo la gratificación a la arenga, alocución o al discurso del supremo «líder o dirigente», sin importar si la estructura sea ideológica de derecha o izquierda, corporativa o social que termina alimentando, para bien o mal, el ego de esa persona.
El tema de hoy es más humano que una descripción del maravilloso reino animal. No deja de tener un toque de suspicacia que eleva el tono de los decibeles del momento con lo que pasa, por ejemplo, en la política venezolana. Ello, entre otras cosas, guarda relación con el anuncio del oficialismo de hace unos días, cuando desde la Asamblea Nacional, trascendió la noticia que van a comenzar a discutir las normas, reglamentos y leyes que regulen los procesos electorales en el país.
Obviamente, la reacción no perdió tiempo en ser manifestada de extremo a extremo. Una, la oficial y sus aliados, revestida de razones que certifican el fondo y muy poco la forma de adaptar la legislación electoral a los nuevos tiempos que, incluiría, a los partidos políticos, su dirigencia y otros aderezos favorables, seguramente, a una mayoría parlamentaria producto de «otro error» cuando la oposición en 2020 decidió no participar en aquel proceso de renovación del parlamento.
Algunos del lado opositor con «la señal de costumbre» han reaccionado desaprobando ese anuncio oficial. Otros, cautelosos, observan el toro desde la barrera. No obstante, hay quienes saben y están convencidos que el oficialismo seguirá adelante con sus planes.
Otros creen que es un globo de ensayo para disminuir, opacar y desviar las reacciones de los resultados del 28J. Por su parte la Plataforma Unitaria Democrática, PUD, lo rechazó en un comunicado tipo flash, casi a la velocidad de la luz, acerca de lo que piensa.
Sin embargo, pensándolo en frío, muy sosegado, es un problema que a todos nos afecta de cualquier manera que lo veamos. A partir de lo sucedido el 28J es una realidad que está ahí. Los resultados, lo que pasó el día de las elecciones y después del proceso lo vimos millones dentro y fuera del país. Es difícil minimizar o desaparecer su impacto.
También lo observó el mundo entero. Aún así el CNE no presenta, ni creo que lo haga, ningún resultado expresado mayoritariamente por la voluntad popular. Seguro procederá a juramentar a Nicolás Maduro para otro mandato de seis años. Desde la oposición María Corina Machado dice lo contrario y anuncia que el 10E, Edmundo González Urrutia tomará el juramento correspondiente asumiendo la conducción del país.
Por supuesto, el anuncio suena interesante, bonito, expectante y rimbombante a los oidos de quienes no perdemos la esperanza de un mejor país, pero no nos dice el ¿cómo y el dónde?. Es una incógnita, cual baraja debajo de la manga, que de no ser despejada, según la promesa del discurso, traerá frustración, decepción y desilusión en la gente.
A lo mejor es el momento que termine por despejarse, saberse o conocerse por fin el significado del «Hasta el Final» que el tiempo lo ha convertido en una especie de pieza publicitaria de boca en boca. Por eso es válido hablar de elecciones regionales en este momento, aún cuando no esté dilucidado el tema del 28J. Las opiniones obviamente están divididas. No obstante el tiempo transcurre sin detenerse.
Hay quienes fustigan tal atrevimiento. ¿Cuál es la garantía?. Nadie la descifra. Lo cierto es que el oficialismo lleva siempre un paso adelante, tiene control de las instituciones según la conveniencia y no da nunca puntada sin dedal cuando «todo lo que dice o hace tiene algún objetivo o intención, normalmente de beneficioso para sí, que previamente ha planeado».
Espero que la decepción o no de lo que despejen los primeros días de enero de 2025 no lleve a los venezolanos a otra gran frustración. Menos que cualquier resultado contrario lleve a las mismas «focas de siempre» a negar, impedir, el derecho de la gente a decidir si debemos acudir o no a las elecciones de gobernadores, alcaldes, concejales y parlamentarios regionales y nacionales.
Caer en el mismo error sería repetir la historia de otras jornadas electorales cuando la estrategia opositora ha llamado a la abstención. Si el 28 de julio los centros de votación fueron verdaderos ríos desbordados, la realidad no cambia ni modifica una verdad que significa un modelo ideológico de gobierno fracasado, agotado y desgastado.
Pensar lo contrario es avalar la estrategia del chavismo que siembra desánimo de que todo está perdido. La gente no los quiere. Es una verdad que ellos saben. Votar para defender los espacios ganados en 2021 es imperativo. Si la dureza, egoísmo, ceguera, soberbia o el radicalismo llega a imponerse, esos «líderes» y «dirigentes», tendrán que explicarlo y preguntárselo a la gente en su derecho de ser consultada.
Repetir el error de llamar a no votar ya sabemos adonde nos ha llevado a los venezolanos. En el Zulia, por ejemplo, la gente de Maracaibo, San Francisco, Cabimas, Lagunillas, Baralt, Francisco Javier Pulgar, Colón, Machiques o Rosario de Perijá, entre otros, ¿estaría de acuerdo, dispuesta, con retroceder en el tiempo entregando los espacios del poder público ganados a través del voto en noviembre de 2021?.
En política la ceguera, sordera y la terquedad son malas consejeras que tienden a descuidar los espacios ganados. ¿Será consultada la gente si desea que la recuperación en salud, educación, programas sociales y servicios públicos desaparezcan?. No olvidemos que siempre los errores, torpezas y las equivocaciones nos han llevado a «quedarnos sin el chivo y sin el mecate». ¡Amanecerá y Veremos!.
José Aranguibel Carrasco, CNP-5003
Ilustración: Feyo
Martes 15/10/2024