Expertos aseguran que la sequía y el calor extremo avivaron inmensos incendios forestales. Las precipitaciones excepcionales provocaron inundaciones sin precedentes, entre otros fenómenos

El año pasado, América Latina y el Caribe rompió récords en términos climáticos

La región vivió huracanes excepcionales, incendios forestales sin precedentes, sequías extenuantes y crecidas e inundaciones mortales que afectaron gravemente la economía y dejaron cientos de muertos y miles de damnificados.

Esto según los datos del más reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que detalla que estos eventos naturales continuaron generando impactos negativos en las poblaciones, incluso mucho tiempo después de que salieran del cubrimiento mediático.

En la publicación Estado del clima en América Latina y el Caribe 2024, presentada en El Salvador, se ponen de relieve las crecientes consecuencias de los fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos en las vidas de las personas, sus medios de subsistencia y las cadenas de suministro de alimentos en una región que donde la pobreza y la inseguridad son temas frecuentes.

“En 2024, los efectos de los fenómenos meteorológicos y climáticos se extendieron en cadena desde los Andes hasta la Amazonia. Desde ciudades atestadas hasta comunidades costeras. Esto causó importantes perturbaciones económicas y medioambientales. La sequía y el calor extremo avivaron devastadores incendios forestales. Las precipitaciones excepcionales provocaron inundaciones sin precedentes. Además, se formó el huracán de categoría 5 más precoz jamás registrado”, declaró la secretaria general de la OMM, Celeste Saulo.

Un año caliente y repleto de desastres naturales

2024 fue el año más cálido o el segundo año más cálido del que se tiene registro, dependiendo del conjunto de datos utilizado para los cálculos. El año pasado la temperatura media en América Latina y el Caribe estuvo 0,90 °C por encima de la media del período 1991-2020.

En función del conjunto de datos utilizado, 2024 fue el año más cálido jamás registrado en América Central y el Caribe, y el año más cálido o el segundo año más cálido del que se tiene constancia en México y América del Sur.

Eso tuvo un fuerte impacto en los glaciares, que fueron una víctima manifiesta del aumento de las temperaturas. Con la desaparición del Humboldt, su último glaciar, Venezuela se convirtió en el segundo país del mundo en perder todos sus glaciares. En América del Sur, los glaciares son fuente fundamental de agua para millones de personas, por lo que su retroceso acelerado es motivo de preocupación.

También fueron declarados extintos en 2024 el glaciar Conejeras, enclavado en Parque Natural Los Nevados (Colombia), y el glaciar Martial Sur, en los montes Martial, en Ushuaia (Argentina). Según los datos, de los 5.500 glaciares que existen en los Andes, las montañas nevadas han perdido 25% de su cobertura de hielo desde finales del siglo XIX, y la velocidad a la que se están derritiendo multiplica por diez la tasa media mundial acumulada.

América Latina, récord en precipitaciones

Por otro lado, las precipitaciones se vieron influidas por el fenómeno de El Niño que imperó durante el primer semestre del año. Por ejemplo, hubo una sequía generalizada que castigó las regiones de la Amazonia y el Pantanal, donde las precipitaciones fueron entre un 30% y un 40% inferiores a lo normal. Más avanzado el año 2024, el río Negro, en Manaos, alcanzó un mínimo histórico, y el río Paraguay, en Asunción, registró su nivel más bajo en 60 años.

Los incendios forestales en las regiones de la Amazonia y el Pantanal, el centro de Chile, México y Belice se vieron avivados por la sequía y por olas de calor extremas y además batieron récords en muchos países. En Chile, los fuegos causaron más de 130 víctimas mortales y se convirtieron en el peor desastre sufrido por el país desde el terremoto de 2010.

En Rio Grande do Sul, las inundaciones debido a fuertes lluvias causaron pérdidas económicas en el sector agrícola de cerca de $ 8.500 millones de reales brasileños y se convirtieron en el peor desastre de naturaleza climática del Brasil. La oportunidad de los avisos y las evacuaciones contribuyó a mitigar las consecuencias de las inundaciones, pero aún así hubo más de 180 víctimas mortales.

El deshielo

Sumado a ello, el calentamiento de los océanos y el deshielo de los glaciares y de los casquetes y mantos de hielo están acelerando la subida del nivel del mar, lo que aumenta la vulnerabilidad de las comunidades costeras y las naciones insulares de baja altitud del Caribe frente a peligros como los ciclones tropicales.

Prueba de ello fue el huracán Beryl, el más potente del que se tiene constancia en tocar tierra en la isla de Granada y sus dependencias y que causó estragos en todo el Caribe.

“El aumento de la frecuencia y la intensidad de las sequías, las crecidas y las olas de calor, así como la creciente intensidad de los huracanes, ponen en evidencia que la agricultura y la seguridad alimentaria de la región están sujetas a riesgos cada vez mayores. Las pérdidas de cosechas y ganado así como la interrupción de las cadenas de suministro afectaron considerablemente a la disponibilidad de alimentos, los ingresos y la estabilidad de los medios de subsistencia rurales”, resalta el reporte.

La energía limpia fue la noticia positiva del año pasado. En América Latina y el Caribe, la generación de electricidad a partir de fuentes renovables alcanzó casi el 69 % de la matriz energética de la región en 2024.

Cabe destacar que energías renovables como la solar y la eólica experimentaron un notable aumento del 30 % en términos de capacidad y generación en comparación con 2023.

Lcda. Jaira Molano – CNP 25040 @JairaMolanoNews

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