Por: Orlando Goncalves
Claves ComPol Parte XXVI

La comunicación política contemporánea se enfrenta a un paisaje mediático fragmentado y veloz, donde la atención es un recurso escaso y la desinformación prolifera.
Con ese escenario de fondo veamos algunos errores comunes en las campañas actuales
Quizás el primer desacierto está en el abuso y mal uso de las redes sociales, pues muchas campañas cometen el error de tratar las plataformas digitales (Twitter, TikTok, Instagram, etcétera) como meros canales de difusión unidireccional, replicando el modelo de la publicidad tradicional o de los spots televisivos.
Otra falla, y cada vez más común, es la falta de autenticidad, pues en lugar de generar conversaciones genuinas, publican contenido excesivamente pulido o corporativo, sin considerar que la audiencia digital, especialmente la joven, valora la espontaneidad y castiga la sensación de que el candidato (a) está leyendo un guion.
Si bien es cierto que estamos en la era del espectáculo, la priorización de este sobre la sustancia, enfocándose solamente en el micro contenido viral como memes, retos o desafíos, ataques personales para generar engagement o compromiso rápido, relegando la discusión de propuestas políticas complejas y la agenda programática a un segundo plano, es un desequilibrio que el ciudadano termina por interpretarlo como falta de preparación y consistencia de candidato (as).
Por otra parte, las estrategias de segmentación avanzada a menudo llevan a que los mensajes solo refuercen las creencias de los seguidores ya convencidos, descuidando la tarea crucial de persuadir a los indecisos, es decir, la comunicación se vuelve una especie de “yo con yo”.
Un error predominante y que últimamente está muy presente, es la tendencia a centrar la narrativa en temas de alta polarización emocional, alimentando la llamada “guerra cultural”, lo cual si bien puede reforzar la identidad sobre los que comparten esos criterios, le cierra las puertas otros segmentos de la sociedad.
Lo anterior tiende entonces perseguir la movilización de la base más ideologizada, por lo que, tanto los candidatos (as) y sus equipos adoptan un lenguaje beligerante y excluyente, lo que genera una barrera con los votantes del centro o a aquellos que buscan soluciones pragmáticas a problemas cotidianos.
Siguiendo en la misma línea, otro error es que se invierte más energía en demonizar al adversario que en exponer la propia visión de país. La política se convierte en un reality show de buenos contra malos, donde la razón y los datos quedan sepultados y, por ello, se tiende a generar una desconexión con los problemas reales y, muchas campañas fallan en su misión más básica: entender y reflejar las preocupaciones diarias de la ciudadanía.
Estos errores de comunicación no son inofensivos; tienen profundas implicaciones para la salud democrática.
Por ejemplo, aceleran de la desconfianza institucional, pues al centrarse en el drama y la simplificación, las campañas erosionan la percepción pública de que la política es una actividad seria y capaz de resolver problemas complejos. La constante retórica de ataque y escándalo desvía la atención de los logros o de los debates de fondo, llevando a los ciudadanos a ver a toda la clase política como ineficaz o corrupta. Esta desconfianza es un caldo de cultivo para la apatía y el cinismo electoral.
Si a esto le agregamos la proliferación de la desinformación gracias al énfasis en la velocidad y el impacto en las redes sociales se vuelven el motor ideal para la propagación de bulos.
Los mensajes polarizadores son intrínsecamente más virales que los análisis matizados. Las campañas que priorizan el golpe de efecto sobre la veracidad legitiman un ecosistema mediático donde la mentira viaja más rápido que la verdad. Esto dificulta la formación de un electorado informado y racional, esencial para la toma de decisiones colectivas.
La comunicación política moderna, aunque armada con herramientas poderosas, a menudo dispara contra su propio pie. La obsesión por la viralidad, la polarización emotiva y la desconexión con lo cotidiano están convirtiendo la política en un show mediático que aturde y desmoviliza en lugar de educar e involucrar al ciudadano.
Para rescatar su propósito, las campañas deben volver a la esencia: utilizar la tecnología para facilitar un diálogo auténtico, centrar el debate en las soluciones a los problemas reales de la gente, y promover la veracidad y el respeto como pilares de la deliberación pública.
Si no se corrigen estos errores, las campañas continuarán siendo un factor más de fragmentación social y deslegitimación institucional, lo cual seguirá acentuando la tendencia del debilitamiento de las democracias.
@Orlandogoncal
#Campañas#ComPol#Estrategiaerrores
Síganos ahora mismo en Instagram como elpregon.news y en Facebook como EL PREGÓN VENEZOLANO
Recuerda que el Periodismo Independiente requiere de tu apoyo para poderse mantener, Infórmate o contribuye vía Pago-Móvil al BDV, N° 4155285- Telf. 04146385161
Contactos: Boletines de Prensa y/o convocatorias, solamente wathsaap +58 4125293730 – 04146385161 ó 04162250260 y/o www.elpregon.net@hotmail.com
Somos www.elpregon.news, El Pregón Venezolano en Facebook, El Pregón TV News en Youtube y El Zulia TV
