El grupo que integran Jorge Glem, Héctor Molina, Edward Ramírez y el bajista Rodner Padilla cumplió este año dos décadas de carrera impulsando la música tradicional venezolana, que coronaron el pasado noviembre con un Latin Grammy, el cuarto de su carrera. Se llevaron a casa un gramófono en la categoría Mejor Canción Raíces, un apartado nuevo en el que competían con Bad Bunny y Natalia Lafourcade, por “Aguacero». Una canción con un significado especial para el grupo. «Sabíamos que le llegaría al corazón del venezolano», dicen

Era la primera vez que C4 Trío no asistía a una gala del Latin Grammy a la que estaban nominados. La razón era de peso: el cuarteto estaba ese día, 13 de noviembre, en el Adrienne Arsht Center en Miami para ofrecer un concierto para celebrar los 20 años del grupo. A distancia seguían la ceremonia a través de sus teléfonos. Estaban en prueba de sonido cuando se enteraron de que “Aguacero”, tema que grabaron con el salsero nicaragüense Luis Enrique, había ganado en la nueva categoría Mejor Canción Raíces, en la que compitieron con Natalia Lafourcade o Bad Bunny. El premio fue —aseguran— como un shot de energía para el show de esa noche.

No esperaban ganar, pero mantenían, como siempre, la esperanza de llevarse el gramófono. Por eso, este premio fue tan especial para el grupo que integran Jorge Glem, Héctor Molina, Edward Ramírez y Rodner Padilla, pues sintieron que llegó como “una lluvia de bendiciones”, como dice la canción, a coronar sus dos décadas de carrera.

El premio también se sentía mucho más especial por el significado de la canción para los venezolanos y su mensaje esperanzador. “Creo que hay una especie de oración en la gran mayoría de los venezolanos y lo único que pedimos es que llegue un aguacero de esperanza, de cosas bonitas. Somos personas buenas que hemos dedicado nuestras vidas a hacer las cosas bien y lo único que queremos es ver un país próspero, que vaya hacia adelante. Todo eso forma una especie de oración”, dice Jorge Glem.

La canción la escribieron Luis Enrique, Fernando Osorio y Rodner Padilla en 2021. En principio, la letra de “Aguacero” no fue pensada únicamente para Venezuela. “Era una canción pensada en todo lo que la humanidad estaba viviendo durante la pandemia en la que se le pedía a Dios que mandara un aguacero de bendiciones que se llevara lo malo y trajera cosas buenas”, cuenta Padilla, bajista de la agrupación.

El tema quedó engavetado por un par de años hasta que, en 2024, después de las elecciones presidenciales del 28 de julio, en las que Maduro fue proclamado vencedor, pero que la comunidad internacional reconoce como fraudulentas, Luis Enrique decidió desempolvarla y proponerle a los integrantes de C4 Trío grabarla. Consideraba que la letra del tema no solo resonaría con fuerza entre la población venezolana por el difícil momento que atravesaba el país, sino que serviría como un bálsamo de fe y esperanza para muchos.

“El año pasado, Venezuela comenzó a volver a enamorarse de la idea de estar mejor. Entonces, Luis Enrique nos llamó y nos dijo: «Muchachos, yo creo que este es el momento para hacer esta canción porque queda perfecto para lo que está pasando en su país’. Al día siguiente estábamos reunidos en mi casa armando el arreglo y armando la estructura del tema. Es un proyecto que se desarrolló bien rápido, en una semana estaba listo. Desde el principio sabíamos que le llegaría al corazón del venezolano”, comenta el bajista Rodner Padilla.

No era la primera vez que C4 Trío trabajaba con Luis Enrique. En 2019, se unieron en Tiempo al tiempo, un disco con el que obtuvieron dos Latin Grammy: Mejor Álbum de Música Folklórica y Mejor Arreglo por el tema “Sirena”. Los cuatristas ven en el salsero a un gran amigo del que han aprendido mucho. “A Luis Enrique todos lo conocemos como un gran defensor de la música latinoamericana, sobre todo de la salsa, pero su familia y él han sido defensores de la música tradicional de su país, han compuesto muchos temas tradicionales y con un amor enorme por su tierra. Creo que eso nos unió muchísimo”, asegura Jorge Glem.

“Estamos muy contentos porque lo de Luis ha sido un regalo para toda Venezuela, creo que también lo ha sido la música tradicional venezolana de C4 para Nicaragua”, agrega el cuatrista cumanés.

C4 Trio

Este año, los integrantes de C4 Trío no pudieron asistir a la gala del Latin Grammy

El de este año no era el primer gramófono en la carrera de C4 Trío y seguro tampoco será el último. El grupo formado en 2005 recibió su primer premio de la Academia Latina de la Grabación en 2014 por su álbum De repente, con Rafael «Pollo» Brito, en la categoría de Mejor Ingeniería de Grabación para un Álbum. Precisamente, esa gala es una de las que recuerdan con más cariño, no solo porque recibieron su primer galardón, sino por lo que vivieron.

“Todos coincidimos en que el momento más lindo que hemos vivido hasta ahora fue en 2014, cuando estuvimos nominados con el Pollo Brito y tocamos en la ceremonia no televisada, que en ese momento se hacía en una salita muy pequeña. En esa oportunidad, hicimos la versión de ‘Déjala bailar’ con un pedacito de ‘La periquera’ y fue increíble. Cuando nos bajamos del escenario al primero que vimos fue a Juanes, que estaba ya en el camerino con un cuatro diciendo: ‘Ajá, ¿ahora explíquenme cómo es esto?’. También estaba Calle 13, que dijeron unas palabras súper bonitas de nuestra música, y a Carlos Vives, que escribió algo muy especial en su Twitter diciendo, justamente, que no se volvía a perder un pre-telecast porque había sido increíble todo lo que había sucedido allí. Otro que se nos acercó fue Rubén Blades, nos dio una tarjetica y nos dijo: ‘Yo quiero grabar con ustedes’. Creo que ese fue un momento bien importante para nosotros y de allí seguimos en contacto con muchos de estos grandes de la música”, asegura Glem.

Aunque el grupo no hace su música pensando en ganar premios, reconoce que galardones como los Latin Grammy siempre son un impulso en su carrera que, además, da visibilidad a la música tradicional venezolana. “Para nosotros es algo muy importante y la reafirmación de que vamos por el camino correcto. Nosotros no hacemos nuestra música para los premios, pero nos alegra y nos llena de mucho orgullo porque nuestro trabajo está enfocado en la música, en lo que queremos decir, en la música que queremos hacer, en la que nos llena y que queremos mostrar”, asegura Héctor Molina.

C4 Trio

A los integrantes de C4 Trío les gustaría que la nueva generación de músicos aprenda que la música es una experiencia colectiva que requiere, como muchas otras cosas, de unión | Foto cortesía

Si bien los premios traen consigo oportunidades, los integrantes de C4 Trío afirman que han sido ellos mismos los que, con su música y talento, se han encargado de labrar su propio camino. Sí, los reconocimientos los han ayudado, pero el mérito ha sido todo de ellos. “Los Grammy son un espaldarazo de tus colegas que te abre puertas, te da cierta exposición. El hecho de que ganes un premio como ese te pone en boca de otros colegas. Eso es importantísimo, pero lo más importante es lo que cada artista hace por su propio proyecto, es responsabilidad de cada uno ir labrando ese camino y aprovechar esos momentos de highlights, esos momentos importantes, para sacarles el mayor provecho posible”, dice Rodner.

Llevar el cuatro y su sonido por el mundo

Luego de un concierto en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), organizado por el músico Edwin Arellano con la Fundación Multifonía, en el que tocaron por primera vez Jorge, Héctor y Edward, los cuatristas salidos del programa la Siembra del Cuatro de Cheo Hurtado, a los que más adelante se les uniría Rodner Padilla, decidieron seguir haciendo música juntos. Hace dos décadas se propusieron hacer del cuatro venezolano un instrumento cuyo sonido pudiera ser reconocido alrededor del mundo. “Siempre hemos tenido el sueño de que el cuatro sea un instrumento universal, reconocido por cualquier persona en cualquier parte del mundo; que sepan que instrumento existe y que suena de esa manera”, dice Molina.

El camino para cumplir ese sueño no ha sido fácil, todo lo contrario. Una de las cosas más difíciles para el grupo fue tener que dejar Venezuela, donde –consideran– no habrían podido desarrollar una carrera como la que tienen ahora. “Lo más difícil de todo este proceso ha sido tener que ir, durante casi dos décadas, en contra de una situación política en el país que nos negó un mercado completo. Nos negó a 30 millones de personas a nivel de mercado. Sin embargo, nos dio 30 millones de personas que apoyan nuestra música, nos siguen desde donde estén”, dice Rodner.

La diáspora, como dice el bajista, ha sido clave en su camino para cumplir su sueño de internacionalizar el cuatro venezolano, pues les permitió conquistar nuevos lugares y personas con la música tradicional venezolana, pero sobre todo mostrar un lado positivo de Venezuela. “Creo que es parte de la bandera bonita de Venezuela que también tenemos que llevar, sobre todo en unos tiempos en los que nuestra nacionalidad y nuestro gentilicio están tan golpeados. Es chévere que con el cuatro podamos decir mostrar algo distinto de lo que se dice de Venezuela y los venezolanos. Queremos llevar el cuatro por el mundo, queremos que la gente se entere que tenemos una cultura rica, que tenemos un símbolo cultural muy importante, que nos llena de mucho orgullo. En eso estamos y en eso seguiremos por mucho tiempo, si Dios quiere”, asegura Héctor.

Los integrantes de C4 Trío consideran que gracias a la diáspora muchas personas, venezolanas y no, se han acercado a la música tradicional del país, lo que les ha permitido valorarla, explorarla o, incluso, descubrirla. “Hoy en día uno ve a otros músicos del mundo tocando música venezolana, queriendo aprenderla. Es mucho más común ver a un músico de otra región del mundo diciendo: ‘¿De dónde eres?’. Y cuando le dices que de Venezuela, te responde: ‘Ah, merengue, joropo’. Uno siente una felicidad muy grande porque ha habido un trabajo para eso y nos damos cuenta de que la música venezolana es mucho más valiosa de lo que creíamos. Creo que últimamente estamos aprendiendo a querernos un poquito más. Eso no pasa solo en la parte musical, sino en todo nuestro territorio, en la sociedad. Estamos empezando a ver hacia adentro de otra forma. También porque la nostalgia de muchos de nosotros por no estar en Venezuela nos hace ver todo lo que éramos, todo lo valioso que es nuestro país y que no tenemos, por ahora”, dice Glem.

En Venezuela la situación no es muy diferente. “Creo que a pesar de las circunstancias difíciles del país, hay un gran acercamiento a la música venezolana”, considera Héctor Molina, quien destaca el trabajo de agrupaciones como Cayiao, que han acercado la música tradicional a las nuevas generaciones. “Los panas de Cayiao, que son nuestros amigos y los apreciamos muchísimo, están haciendo un trabajo extraordinario por la música de raíz. Todo lo que ha ocurrido con la apertura de El Sistema hacia la música venezolana está dando una generación de músicos extraordinarios que tienen formación académica, pero también están bien ligados a la música tradicional. Esto creo que también está generando un cambio muy importante. Yo me quedo impresionado de ver a chamos muy chiquitos que ya están haciendo cosas increíbles con el cuatro y con instrumentos como las maracas, el arpa, la mandolina, la mandola, instrumentos que están teniendo mucho auge en el país. Creo que de ahí viene una muy buena generación de músicos que van a estar bien vinculados con la música tradicional. El cuatro está viviendo un momento cumbre con todo lo que está ocurriendo en manos de gente joven”.

Más allá de la técnica, a los integrantes de C4 Trío les gustaría que esa nueva generación aprenda que la música es una experiencia colectiva que requiere, como muchas otras cosas, de unión, conexión y empatía. “Ser músico no es solamente poner notas en un instrumento, sino también compartir de manera social, comunitaria, con los otros músicos. Por ejemplo, si estás tocando con un compañero y no le sale una frase, puedes corregirlo y ayudarlo en vez de burlarte, que es justamente lo que nos pasa. Hay que aprender que formamos parte de un todo, que cada quien es importante. Creo que podemos explicar toda la técnica del mundo, podemos explicar lo creemos correcto para ser un buen cuatrista, acompañante, solista, pero también hay una parte que hay que reforzar: cada músico es un ciudadano. Nadie quiere aquí ser el mejor cuatrista ni el mejor músico, simplemente trabajar para que los demás también sean tan buenos como tú, mejorar todos los días. La idea justamente es que entre todos hagamos mejor música”, dice Glem.

Como a esas millones de personas que están lejos de Venezuela, la distancia les ha afectado, pero la música los ha ayudado a sentirse cerca del país, a llevar ese duelo silencioso. “Como dice el dicho ‘nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde’. Creo que eso nos ha pasado tanto a los que estamos afuera como a los que están adentro también. La cantidad de gente que nos escribe escuchando ‘Aguacero’ y nos dice: ‘Es increíble estar en Venezuela y extrañar a Venezuela’. Ese sentimiento es una cosa de todos los venezolanos, más allá de si estás o no en Venezuela. Lo que nos ha tocado vivir representa una pérdida para todos, pero la música siempre va a ser un vínculo que nos une otra vez con nuestra tierra. Son 3 minutos de canción que te conectan con tus recuerdos, con tus raíces, con tu país. Por eso es que no podemos dejar de hacer la música que hacemos, ahí es donde esa relación tiene que seguir siempre y con este instrumento en particular, el cuatro, que tiene una conexión tan importante con el corazón de Venezuela. Creo que no hay circunstancia social ni política que pueda cambiar eso”, considera Rodner Padilla.

La música no solo los ayuda sentirse cerca del país, sino también de sus maestros, de quienes los formaron y guiaron en su camino musical. Los sienten presentes en cada canción, en cada nota. “Con la música hemos conseguido una forma de seguir en Venezuela sin estar allá, porque cuando vamos a tocar un joropo oriental, por ejemplo, pensamos en Alfonso Moreno, en Gualberto (Ibarreto). El cuatro es una especie de avión que nos lleva a Venezuela cada vez que lo tocamos”, dice Jorge Glem.

Durante su carrera, C4 Trío ha tenido la oportunidad de colaborar con artistas que admiraban como Carlos Vives, Soledad Bravo, Oscar D’ León, Guaco, Rubén Blades, entre muchos otros, y de presentarse en lugares que jamás imaginaron visitar; sin embargo, hay un momento de su carrera que recuerdan con especial cariño: abrir el show de Jorge Drexler en el Aula Magana de la Universidad Central de Venezuela.

“Marcó un antes y un después porque mucha gente de los medios, mucha gente importante, nos vio por primera vez y comenzaron a  escuchar nuestra música”, recuerda Héctor, quien también destaca el disco que grabaron con Gualberto Ibarreto, Gualberto + C4 (2012).

Al grupo le cuesta imaginar cómo habría sido su carrera si estuvieran hoy en Venezuela, incluso con una situación política diferente. “Es muy difícil hacer ese ejercicio, pero creo que nos hubiese llevado quizás a ser mucho más exitosos no solamente en nuestra carrera, sino en lo que podríamos hacer por la misma comunidad musical: clases para los chamos, incluir a otras agrupaciones, tratar de hacer cosas como lo que se hizo con la Movilidad Acústica Urbana, contar con ayudas culturales de embajadas o del Estado. Es un ejercicio muy difícil pensar en eso. Creo que tomamos una buena decisión al salir del país, pero no solamente por la situación política, sino porque si queríamos internacionalizar el cuatro teníamos que salir”, asegura Glem.

A C4 Trío aún le quedan muchos sueños por cumplir. En el futuro les gustaría seguir haciendo colaboraciones con artistas que admiran como Juan Luis Guerra o Sting, componiendo canciones, pero el objetivo es que la música tradicional venezolana conquiste más espacios.

“Hemos hecho un trabajo muy bonito, con mucha responsabilidad, con mucho amor por nuestro país. Eso ha traído muy buenos frutos, pero al mismo tiempo pienso que no vemos la vida de manera vertical, que llegamos a una cima o algo así. Todo esto forma parte de un camino extenso que nunca se acaba, lo que tenemos que hacer es seguir caminando y siendo fieles a lo que creemos y confiando en que hay un valor muy grande en nuestra música tradicional, en nuestra música venezolana y ver el cuatro como un instrumento que pueda ponerse al lado de otros instrumentos tan internacionales como el piano, como la guitarra, como la flauta. Pensamos que el cuatro está a ese nivel”, dice Glem.

A los músicos les cuesta imaginar cómo será el sonido de C4 en los próximos años, pero de lo que sí están seguros es de que les gustaría que la música venezolana se pueda identificar en cualquier parte del mundo. “Creo que hemos logrado el sonido con el que soñábamos, que suena venezolano, pero también es universal. Yo me imagino que a medida que vayamos presentando proyectos ese sonido irá tomando formas distintas, irá tomando otras dimensiones y dependerá mucho de los trabajos que vengan a continuación. Siempre lo decimos: no hay un sonido más venezolano que el del cuatro. Así que no importa el tipo de música que estemos haciendo, esa sonoridad va a estar allí siempre”, finaliza Héctor.

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