Michael Penfold ve las primarias opositoras, previstas para el 22 de octubre, como un primer estadio de camino a las presidenciales de 2024, unas elecciones para las cuales ninguno de los actores políticos venezolanos tiene el camino allanado. El chavismo apela a la división estratégica del electorado, mientras que la oposición debe superar el ‘embrujo’ del voto duro.
La reciente reunión al margen de la cumbre UE-Celac, donde los presidentes de Francia, Argentina, Brasil y Colombia abogaron por acordar unas elecciones presidenciales justas para Venezuela, se suman a los esfuerzos de negociación que maneja la administración de Nicolás Maduro para levantar sanciones y la insistencia de la oposición venezolana para que se retorne al diálogo en México.
Sobre la base de la negociación, y especialmente de la puesta en marcha del fondo social, cuya ejecución está paralizada desde noviembre de 2022, se debe trabajar para destrabar el conflicto y conseguir garantías electorales suficientes y necesarias para las presidenciales de 2024.
Así opina Michael Penfold, doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia, que actualmente promociona su segundo libro El país que se muerde la cola, editado y publicado por Editorial Dabhar y que se puede conseguir en las principales librerías, vía web o Amazon.
«Es muy importante crear las condiciones para poder retomar ese proceso lo antes posible. Lo que sí no es posible es seguir dilatando una negociación que realmente no es que es una alternativa, es la única alternativa que tiene el país. Los partidos, los políticos, tienen muchas alternativas a esa mesa de negociación, pero Venezuela no tiene alternativas. Esa es la realidad», afirma Penfold en conversación con TalCual.
Ya lo advierte el analista en su libro, el país atraviesa un ciclo y un conflicto político que ha generado un costo social y económico muy alto, que no ha vivido una guerra civil pero ha visto el desmantelamiento sistemático de sus instituciones y, en fin último, la democracia.
El libro no solo explica cómo se generó ese ciclo, sino también «cómo el chavismo ha logrado resistir en el poder y por qué la oposición, cada vez que ha logrado acumular un poder político importante, también pasa por un ciclo que va de participación a abstención a esfuerzo básicamente de tratar de generar un quiebre que al final nunca llega, y que termina cohesionando nuevamente al chavismo en el poder en medio de todo ese proceso de deslave económico y social que hemos vivido los venezolanos».
De primarias y sus obstáculos
Las primarias opositoras enfrentan, además de la inhabilitación de tres de sus candidatos (María Corina Machado, Henrique Capriles y Freddy Superlano), la amenaza de un Tribunal Supremo de Justicia y los retos propios de un evento de este tipo, que pretende garantizar la participación de una parte del electorado opositor pero sin los recursos o la capacidad técnica que puede exhibir un Consejo Nacional Electoral, actualmente en reestructuración tras la renuncia de su directiva.
Con estos comicios, algunos sectores también buscan poner fin a la crisis de liderazgo que enfrenta una oposición que no logra conectar con una parte de la población, cansada de la crisis política y que atiende su supervivencia.
Penfold rescata la reunión del lunes 17 de julio entre los 14 candidatos, «una reunión que debió haber ocurrido antes de la convocatoria a las primarias» y que busca resolver el dilema de qué hacer con el escenario de un ganador inhabilitado.
«Me parece fundamental que esté sucediendo para entender que al final, indistintamente de quién gane esas primarias, la oposición tiene varios retos: el primero es ponerle un rostro a esa candidatura esté o no esté inhabilitado en ese proceso de elección primaria», señala el doctor en Ciencias Políticas.
El segundo reto, avizora, es poder hablarle a un país «que no está participando en las primarias, que yo creo que es el mayor de los retos porque hay grupos muy importantes del electorado que ven todavía con mucho escepticismo su participación y que al final del día sin esos votos difícilmente se va a poder generar un proceso de cambio político en el país».
El tercer reto, a juicio de Penfold, pasa por la creación de un liderazgo y un equipo que le permita a la gente tener confianza más allá de las individualidades en un grupo de personas, en organizaciones que no solo son políticas, sino que incluyen a la sociedad civil venezolana.
—Hay un camino muy importante de cara a unas elecciones que tienen muchísimos riesgos, muchísimos obstáculos de frente. Ya hemos visto básicamente el desmantelamiento de un CNE que había surgido de un proceso de negociación muy importante, que había permitido la entrada de la misión europea a Venezuela después de más de 10 años sin que pudiesen ser monitoreadas internacionalmente las elecciones en el país y, además un proceso donde vemos que las inhabilitaciones están al orden del día y plantean dilemas claramente que buscan tronchar los derechos políticos de todos esos candidatos y claramente van a plantear dilemas en la medida que 2024 se acerque cada vez más.
—¿No deben resolver primero una posición común sobre el fin de las primarias?
—El chavismo tiene muy claro lo que necesita para poder emerger triunfante en un ámbito como el que se está dibujando actualmente en el país. Contrario a muchos países de América Latina, Venezuela no tiene dos vueltas, no tiene el balotaje y, por tanto, la oposición tiene que poder ganar en una sola vuelta y el chavismo tiene que poder ganar en una sola vuelta.
Para que el chavismo pueda ganar, como ha ocurrido en otras oportunidades, con una tercera parte de la votación tiene que ineludiblemente dividir a la oposición no en dos, sino en tres partes para poder asegurar que sea ese tercio pueda imponerse, como se impuso Caldera, por cierto, en las elecciones presidenciales de comienzos de los años 90 y que le permitió llegar a la presidencia con 28% de los votos. Entonces básicamente esa es la primera condición que el chavismo va a buscar generar para poder emerger triunfante allí en ese proceso.
El segundo elemento, evidentemente, es ponerle todo tipo de obstáculos a la primaria; porque la primaria de facto opera como un balotaje, o sea, como una primera vuelta dentro de la oposición, buscando una segunda vuelta que sería una presidencial que todavía no sabemos cuándo podría llegar a ser.
Para el chavismo pasa a ser muy estratégico eliminar ese proceso para que esa primera vuelta no se dé. En ese sentido, se debe buscar una alternativa que resuelva ese problema de coordinación electoral para poder, a su vez, coordinar nuevamente el voto.
El tercer elemento es la inhabilitación. Las inhabilitaciones pasan a ser un recurso fundamental para el chavismo para poder escoger no solamente con quién se enfrentan sino cómo fragmentan el liderazgo opositor. Ese es un elemento central.
El último punto pasa por desmovilizar al votante, es decir, la abstención. El voto opositor y, sobre todo, de aquellos que aún no participando en la primaria podrían hacerlo en las presidenciales y decidan abstenerse. Con ello el chavismo incrementa sus probabilidades de ganar esa elección presidencial.
Finalmente está un tema clave, que tiene que ver con el gasto. El chavismo necesita poder gastar en un contexto electoral, por eso han estado tratando de negociar de manera fuerte el levantamiento de las sanciones.
El chavismo es una minoría importante, tiene 24% de aceptación en promedio de las encuestas venezolanas, pero para poder ganar con una tercera parte de los votos o con más del 30% de los votos necesita incrementar el gasto público de una forma sustantiva. Eso de alguna manera también pasa por un proceso de negociación que en este momento está no solamente envuelto el mundo opositor sino también diversos países a nivel internacional.
—Además de ese gasto público que debe hacer el chavismo, ¿también pueden conseguir una base importante de votos a partir del voto identitario?
—En el pasado lo han hecho. Venezuela no tiene un electorado movilizado políticamente a través de la iglesia evangélica como lo puede tener Brasil o algunos países centroamericanos, pero sin duda es un grupo de votantes muy relevante. Evidentemente, el esfuerzo de tratar de segmentar no solamente al nivel de liderazgos sino de segmentar desde la base, con los electores, es parte de esa misma estrategia de poder dividir en la mayor cantidad de pedazos el voto para que no pueda ser coordinado.
Las primarias enfrentan muchos retos, ese es uno, pero el principal es que de ese proceso de primarias emerja un liderazgo que impida precisamente esa fragmentación del voto y que pasa por un esfuerzo de coordinación no solamente de las organizaciones o los liderazgos, sino una coordinación también de los electores. Que los electores perciban que lo que emerge de allí tiene posibilidades de materializar el cambio político en Venezuela.
—¿Cree que se concreten las primarias? Se inscribieron más de 300 mil personas en el exterior, hay dificultades para garantizar su amplitud dentro del país, amenazas del TSJ
—Hasta ahora lo que veo es que el chavismo, frente al acercamiento de un proceso electoral presidencial sin haber logrado un levantamiento realmente mayor de las restricciones internacionales que enfrenta, más allá de lo de Chevron, está tratando de replegarse buscando decirle tanto a la oposición como a algunos actores internacionales, en particular a los Estados Unidos, que está dispuesto a cerrarse, que está dispuesto a cerrar la arena electoral e incluso que está dispuesto a emular el escenario que se parezca no solamente al de Nicaragua, sino incluso a lo que estamos empezando a ver en Guatemala.
Pero al mismo tiempo el chavismo tampoco le ha cerrado la puerta al proceso de negociación, es decir, no ha dejado de reunirse con los Estados Unidos por ejemplo en Catar, que supimos que hubo una reunión importante allí; no ha dejado de reunirse en Bruselas y no ha dejado de haber una comunicación directa con la Casa Blanca en torno a múltiples temas que no se inscriben únicamente al tema electoral y político.
Al mismo tiempo la oposición tampoco ha dejado de reunirse. El proceso de negociación está estancado. Creo que buena parte de ese estancamiento tiene que ver con el fondo social, un fondo que se creó como un intento de confianza entre las partes. Sin embargo, ese proceso ha encontrado tantas trabas de lado y lado para poder implementarse que ha generado una enorme desconfianza entre las partes sobre la capacidad de poder avanzar en la negociación.
Más allá del estancamiento y el fracaso en la implementación del fondo social, ninguna de las partes se ha levantado. Por un lado el chavismo está mostrando que tiene alternativas al proceso de negociación, que la alternativa pasa por un cierre del proceso electoral o por lo menos de un proceso electoral que no va a atender los requerimientos de la oposición o de actores internacionales relevantes; y está diciendo que está abierto a negociar siempre y cuando ellos logren conseguir su objetivos principales en ese proceso, que pasan por garantías, incremento de su capacidad de gasto y el desmontaje de las sanciones e incluso su propio reconocimiento político.
Esta reunión en Bruselas termina con un mensaje de los presidentes donde hablan curiosamente de unas elecciones justas e inclusivas. Básicamente lo que uno empieza a avizorar allí es que más allá de que todo el mundo está jugando su carta alternativa, la del gobierno es cerrar el sistema. La carta alternativa de la oposición es insistir en las primarias, todavía nadie ha cerrado las puertas a la negociación. Eso es importante y relevante.
—Incluso al oficialismo se le ponen ciertas trabas dentro de la comunidad internacional. Decía el presidente Lula que se garanticen las elecciones para el levantamiento de sanciones
—La posición de una parte de los presidentes de izquierda en la región, fundamentalmente los presidentes (Gustavo) Petro y (Gabriel) Boric, son bastante sensatas. Lo que dicen es que esas inhabilitaciones no son permisibles, que en Venezuela hay una situación en materia de derechos humanos que tiene ser atendida, y que cualquier proceso electoral deben cumplir un mínimo y unos estándares que permitan en el marco de una negociación proveer de garantías a todos los actores y destrabar un conflicto político que tiene un costo para la región gigante.
En el caso de Lula es diferente. Ha tomado una posición, lo que llama él «cambio de narrativa» en el caso venezolano, pero que en esta reunión de París empieza a aceptar que la situación es un poco más compleja y que esas elecciones sí deben cumplir un mínimo porque sin una negociación previa ese proceso electoral va a tener muchísimas dificultades.
Lastimosamente veo el hecho de que el fondo social no se haya podido implementar como algo que hay que resolver cuanto antes. Si no somos capaces de resolver el problema humanitario, que nos afecta a todos, la construcción de confianza para poder empezar a estructurar las garantías judiciales, electorales y políticas que permitan llevarnos a un proceso electoral que sea aceptable internacionalmente, que es algo que no solo quieren los Estados Unidos o países europeos sino incluso la propia izquierda como Lula, Petro o Boric.
—Entonces, ¿es posible el retorno efectivo a México o el chavismo se inclina más a negociar individualmente con algunos países bajo la anuencia de la Plataforma Unitaria?
—Creo que ese proceso hay que ir construyéndolo para poder retomarlo. También creo que parte del problema principal que ha tenido México tiene que ver con dos factores. El primero, es que los Estados Unidos no son una parte formal de este proceso pero en la práctica terminan siendo un actor muy principal en cuanto a acuerdos. Eso lo digo de cara a lo que me parece que México tiene que hacer ahora, que es hacer cumplir los acuerdos que ya se han firmado.
Hay dos acuerdos que ya se hicieron. Uno en septiembre de 2021 poco después del inicio de ese proceso, que era la creación de una comisión social para abordar el tema humanitario. Nunca fue creada y me parece fundamental su funcionamiento. La segunda es un trabajo público conjunto entre chavismo y la oposición, que no tiene que ser privado, que debe mostrar una capacidad conjunta de poder realmente implementar ese fondo social.
Al final al chavismo le importan las sanciones, pero le importa más el poder. Y la oposición se mantiene muy escéptica de este proceso de negociación porque cree que el chavismo nunca va a aceptar los requerimientos mínimos para poder avanzar en una solución electoral. Creo que ese fondo social es un elemento central. En la reunión de París y también de Bogotá aparece ese tema, y creo que un esfuerzo en esa dirección, desinteresado de todas las partes, es fundamental. Sin eso difícilmente vas a poder retomar México y va a pasar lo que está ocurriendo, que hay canales alternativos de negociación que se han ido tejiendo para tratar de llegar a acuerdos que no necesariamente van a tener el respaldo de todos los actores.
Sin eso podemos ir a unas elecciones presidenciales, pero van a ser unas presidenciales que se avizoran como lo que estamos viendo, que van a ser tremendamente conflictivas y donde el proceso va a generar muchísimas desconfianza y no va a poder ser validado internacionalmente.
—¿Ninguno de los actores tiene el camino allanado para 2024?
Ninguno de los actores hoy tiene ese camino allanado, pero ninguno de los actores tampoco ha renunciado a buscar soluciones a ese problema. Eso es relevante. En los últimos procesos de negociación un actor u otro se levantaba de la mesa, como el caso de la primera negociación de Oslo a pesar de que se había avanzado bastante en la agenda. Creo que el hecho que todos los países, no solo Estados Unidos, sino Francia, Colombia, Chile, Brasil, Argentina, reconozcan que ese proceso es fundamental, es lo único que nos garantiza a nosotros no solamente una elección sino empezar una reinstitucionalización del país que me parece fundamental para Venezuela.
—¿Cómo la oposición puede conectar con esas personas que no votarán en primarias o están totalmente alejadas de la política?
—En el pasado han votado entre 10% y 14% del voto opositor en las primarias. Según las encuestas que he visto, ese promedio está básicamente en los mismos niveles. Para mí el reto no son solo las primarias, porque al final del día tienes que ganar el voto opositor fuera de las primarias y ese voto es más heterogéneo de lo que nosotros imaginamos, que es lo que mostraron las elecciones de 2021. No son elecciones equiparables a una presidencial, evidentemente, pero sí nos dicen que si no hay una unidad o alianza amplia, que vaya más allá del voto duro opositor, la capacidad de ganar o perder es muy alta.
En las regionales se perdieron 15 gobernaciones y decenas de alcaldías porque ningún candidato logró, aún obteniendo la nominación, coordinar más allá del voto duro. Eso es fundamental.
Hablan del caso de Barinas. Es muy interesante, algunos dicen que muestra una coordinación opositora. Sí, es cierto. Es una condición necesaria mas no suficiente. Lo que mostró Barinas es que hubo apoyos de grupos particulares que manejaban cerca del 17% de voto duro fuera de la oposición, que decidieron apoyar a Sergio Garrido y junto con el acuerdo opositor fue que se permitió que Barinas se ganara cómodamente.
No es solamente un acuerdo entre opositores, es salir más allá del voto duro entre opositores. Eso el chavismo lo entiende perfectamente y va a hacer lo imposible porque eso se dé al fragmentar, no en dos, sino en tres o cuatro partes, lo mayor posible para poder ganar incluso esa elección en una sola vuelta con una minoría de votos. La tarea de la oposición es impedir que eso suceda, algunos de esos impedimentos son por vía institucional, por vía de una negociación, pero otros son estrictamente de carácter político, es decir, de poder llegar a acuerdos más allá de los jugadores tradicionales.
Luisa Quintero
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