En el marco del Día Internacional del Turismo que se celebra cada 27 de septiembre, te mostramos las reformas que deben hacerse dentro de las prácticas turísticas venezolanas, a fin de lograr un crecimiento y una diversificación económica mediante la explotación sostenible del sector, considerando las repercusiones que ello podría generar en el medio ambiente y las comunidades locales.
Venezuela ha perdido su competitividad turística en los últimos años. En 2021 fue el país de la región con el peor desempeño en esta área y el segundo en recibir menos turistas, apenas 259.800, de acuerdo con el Índice de Desarrollo de Viaje y Turismo elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés). Las prácticas poco sustentables dentro de la actividad turística nacional contribuyeron a que quedase a la par de naciones centroamericanas como Nicaragua y Honduras o Yemen, Nigeria y Mali —del Medio Oriente y África Occidental.
Los indicadores de sustentabilidad ambiental del estudio, publicado a mediados de este año, dan cuenta de que el gobierno venezolano dentro de sus planes de turismo no contempla de forma amplia la sostenibilidad ecológica, la protección de los recursos naturales ni la preparación o adaptación para el cambio climático. Esto a pesar de que las industrias turísticas del país dependen de las riquezas naturales, que en las Américas impulsan el 60% del movimiento del sector.
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La escasa inversión en infraestructuras verdes para uso turístico, las medidas insuficientes de protección del medioambiente, la aglomeración o distribución desigual de turistas en unos pocos destinos, la baja resiliencia socieconómica y la no supervisión del impacto ecológico de las empresas productoras locales son algunos de los mayores riesgos para el turismo venezolano basado en la naturaleza, según el WEF.
Rossana Rodríguez, presidenta de la Red de Turismo Sostenible de Venezuela —que agrupa a 49 prestadores de servicios y guías particulares que apuestan por el ecoturismo— señaló que si bien en el país han surgido varias iniciativas de turismo ecoamigable de cara a la necesidad de reducir el impacto medioambiental del sector, cree que la masificación de las mismas depende del apoyo que el Estado otorgue a la ecosostenibilidad, pues ofrecer viajes con etiqueta ecológica implica también un mayor costo.
«Si hablas de calidad, el precio cambia. Si hablamos de sostenibilidad, decimos que a Canaima, por ejemplo, no podemos llevar a 10.000 turistas al día porque vamos a superar su carga turística (número máximo de personas que un espacio puede soportar antes de comenzar a deteriorarse). Entonces, allí podría encarecerse el valor de la ruta. (…) También, es más fácil mantener una planta de electricidad que poner una instalación eólica o solar (por los altos costo de esta tecnología en el país)», explicó.
Sin embargo, algunos prestadores de servicio lo han logrado, comentó. Infinitos Catamarán —en Cubagua, estado Nueva Esparta— es un ejemplo de ello. Ofrece viajes a la isla y hospedajes que cuentan con emplazamientos de energía eólica y hasta se han planteado la utilización de plantas desalinizadoras para tratar las aguas.
Rodríguez cree que los precios de los operadores venezolanos enfocados en la sostenibilidad turística son competitivos en el mercado internacional, pero consideró que el venezolano promedio no podría pagarlo.
En la Feria Internacional de Turismo de 2017 se determinó que el 83% de los turistas del mundo está dispuesto a pagar más en un hotel calificado como sostenible porque ello implicaría mayor conservación de los sitios turísticos y los haría más amigables con el medioambiente. El 30% de las personas pagaría entre uno y cinco dólares adicionales por noche y un 12% daría 10 o 25 dólares más.
¿Cómo se puede promover el Ecoturismo en Venezuela?
Propiciar el auge de este tipo de proyectos depende, a juicio de Rodríguez, de una transversalización del turismo, que pasa, a su vez, por el establecimiento de mesas de trabajo, integradas por representantes del sector público y privado, para la revisión de políticas públicas y planes de desarrollo sostenible en los que se le dé prioridad al turismo ecológico.
«Los criterios de sostenibilidad para el desarrollo ya están definidos, son más de 500. ¿Qué tendríamos que hacer? Conciliar los planes y proyectos de turismo del país con dichos criterios de sostenibilidad, que ya incluso tienen indicadores definidos para medirlos después de su ejecución, establecer cuál de ellos aplicaría a la realidad nacional y empezar a ponerlos en práctica».
No obstante, el mayor obstáculo es que ni siquiera el turismo, sin el agregado «ecológico», figura como prioritario dentro de la actividad económica venezolana.
En 2021, el turismo aportó apenas 740.2 millones a la economía de Venezuela, los cuales representaron tan solo el 2,5% del PIB de ese año, cuando la media mundial por país llegó a 10% ese año, de acuerdo con el Foro Económico Mundial. Pero visto como un dato suelto, parece poco significativo.
En cinco años —entre 2018, cuando se generaron 6.392 millones de dólares por concepto de actividades turísticas en la nación, y 2013, el año de mayor contribución de parte del sector al PIB venezolano— ha caído en 81,4% los aportes del turismo a la economía venezolana, según los últimos datos publicados por el Consejo Mundial de Viajes y Turismo.
«Antes de pensar en incluir criterios de sostenibilidad, necesitamos primero organizarnos. Reconozco los esfuerzos del Ministerio de Turismo para iniciar ese camino de registrarnos a todos (los operadores turísticos) y supervisar la actividad, para después poder regularla más eficientemente. Y todas las iniciativas son bienvenidas porque implican un crecimiento del sector, pero necesitan ser formadas y reguladas (las empresas prestadoras de servicios) y esos es competencia del máximo ente regulador que, a través del Instituto Nacional de Turismo (Inatur), tiene una gerencia de capacitación y educación turística».
En ese sentido, resaltó Rossana Rodríguez que la cartera ministerial de Turismo creó este año el Premio Nacional de Turismo, lo cual es importante no solo para reconocer la labor de quienes tienen proyectos de este tipo en Venezuela, sino para incentivar a las empresas a registrarse, que es algo considerado como fundamental para empezar a levantar estadísticas que posteriormente fortalezcan los programas nacionales.
En Colombia, por ejemplo, adoptaron una resolución que exigía la implementación de normas técnicas de sostenibilidad como condición para la renovación del Registro Nacional de Turismo, que es la licencia que les permite operar a quienes ofrecen servicios turísticos.
Para la Organización Mundial del Turismo también es necesario establecer sistemas de certificación ambiental y de sostenibilidad, aplicados a las empresas de alojamiento, servicios de transporte, de tour operadores y de turismo de aventura (rafting, montañismo, exploración de bosques, submarinismo, etc), porque significaría el establecimiento de directrices especializadas que normarían esta materia.
«La certificación de las actividades turísticas garantiza el examen y la aprobación de los procesos de la empresa y (…) sirven de manual de prácticas ejemplares y crean un marco para mejorar la gestión comercial mediante incentivos y la prestación de asistencia técnica sobre aspectos relativos a la sostenibilidad.», reseñan en la Guía Práctica de Indicadores de Desarrollo Sostenible para los destinos Turísticos, de la OMT.
Actualmente en la Red de Turismo sostenible han empezado a crear programas de formación con los principios sostenibles como pilares. De hecho, desarrollaron uno que está avalado por el Centro Internacional de Actualización Profesional (CIAP) de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), llamado Principios Básicos para el Desarrollo de Turismo Sostenibles.
«Las primeras herramientas que ven son de carácter personal: el liderazgo, manejo de grupo, etc. Luego pasan a la parte conceptual, ven conceptos de turismo, turismo sostenible, conceptos asociados al oficio de la guiatura como tal. Después ven herramientas relacionadas al emprendimiento, para que puedan desarrollar productos turísticos en las zonas y operarlos directamente ellos, como actores protagónicos del desarrollo turísticos en cada región. Para diciembre tendremos 40 graduados y 10 rutas turísticas con visión sostenible validadas».
Coordinación Sala de Redacción, Lcda. Amarilis Romero, CNP 12267
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