La capacidad de estos agentes para actuar de forma autónoma e interactuar con su entorno distingue a esta tecnología emergente.

Las empresas líderes en tecnología están evolucionando más allá de los chatbots tradicionales, explorando el potencial de los «agentes» de inteligencia artificial (IA) capaces de llevar a cabo tareas de forma autónoma. A diferencia de los chatbots actuales, que proporcionan respuestas a preguntas pero requieren intervención humana para acciones posteriores, estos agentes pretenden automatizar procesos como la compra de ingredientes para una receta o la gestión de tareas personales.

El desarrollo de estos agentes surge como una solución al estancamiento percibido en el ámbito de la IA generativa, que, aunque ha demostrado ser útil en la programación y el diseño, aún no ha logrado un impacto significativo entre los usuarios finales. No obstante, las expectativas son altas, especialmente porque gigantes tecnológicos como Google, Apple y Microsoft habían prometido que la IA haría más accesible la automatización en la vida cotidiana.

La capacidad de estos agentes para actuar de forma autónoma e interactuar con su entorno distingue a esta tecnología emergente. Se espera que los agentes pueden aprender de interacciones con los usuarios, perfeccionando sus funciones y reduciendo la necesidad de intervención humana constante. Sin embargo, esta autonomía también plantea preocupaciones en torno al uso indebido, dada la facilidad con la que podrían emplearse en actividades fraudulentas, un problema ya presente con los deepfakes y el phishing generado por IA.

El despliegue masivo de herramientas de IA ha sido más lento de lo esperado, especialmente en regiones como España y Europa, donde las implementaciones prácticas en dispositivos móviles y computadoras aún son limitadas. Esta realidad se contrapone a las ambiciosas promesas de las empresas tecnológicas sobre la omnipresencia de la IA para facilitar tareas cotidianas.

El sector enfrenta el desafío de cambiar la percepción de la utilidad real de la IA entre los consumidores mientras sigue gestionando una inversión sustancial en su desarrollo. La presión por demostrar valor tangible está impulsando a las compañías a invertir grandes sumas de dinero, a menudo creando altas expectativas como estrategia para mantener el interés y justificar estas inversiones.

Por lo tanto, la atención se centra ahora en estos agentes de IA como la próxima fase evolutiva del sector, con la esperanza de que su implementación logre finalmente conectar con los usuarios finales.Noti/Imágenes

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