Eugenio Montoro

                        Tuvimos el privilegio en estos días de escuchar de analistas y políticos, sólidos argumentos que indican una clarísima derrota de Maduro el próximo 28 de Julio y del enredo que tiene sobre el qué hacer

      El primer argumento es la brutal ventaja que todas las encuestas le dan a la dupla Edmundo MCM, pues aunque esta última no va como candidata está recorriendo el país generando impresionantes concentraciones que demuestran lo irrevocable de la decisión de cambiar al gobierno que ha tomado el pueblo de Venezuela

Las movilizaciones y encuestas señalan que ya ocurrió el proceso de cambio y el 28 J simplemente será una medición de esa decisión. Se espera que Maduro llegue a duras penas a 3 millones de votos mientras que el Edmundo sacará 10 millones. Esto hace que el cambio sea irreversible y nadie ni nada podrá detenerlo.

      El número de personas decididas a cambiar anticipa y asegura que cualquier intento de trampa tendría consecuencias imprevisibles

      Otro asunto interesante es la situación interna en la FANB pues no menos del 80% de los militares también quiere que cambie el gobierno y esta sintonía de la sociedad civil y los militares prácticamente descarta el uso de la violencia ya que si el régimen se atreviera a imtemtarla pues simplemente no obedecerían las órdenes que quien el pueblo rechaza.

      Las pendejadas de cerrar puestos de empanadas o inhabilitar alcaldes que ayudaron a la María Corina es una buena prueba de lo locos y desesperados que andan. Todos estos ridiculeces nos llevan recordar el adagio de que el peor  y más infame acto de cobardía es el abuso del poder.

      Como otro teatro de reconocimiento de la derrota y desesperación Maduro recurrió a un cómico acto de rezanderos y santeros . A esto solo se acude como último recurso rogando que algo sobrenatural aleje el peligro.

      Alguien comentó, con buena memoria, que el actual ambiente político del país es similar al de los días previos de la caída del dictador Pérez Jiménez en 1958

No hay forma alguna de que Maduro se mantenga en el poder y ya sus asesores y cercanos se lo han dicho.

      Si se atreviera usar la baja porción del ejército, que aun podría serle fiel, para crear violencia y dominar las eventuales protestas, lo más probable es que el resto de los oficiales y soldados que también quieren que se marche actuarian para para proteger a la población y, además, para hacer respetar la decisión ciudadana.

      Pocas opciones le quedan al dictador, huir o negociar. Cualquier otra intención para quedarse lo enfrentaría a una protesta nacional sin precedentes, no solo en Caracas, como ocurrió en anteriores oportunidades, sino que esta sería de una extensión y fuerza incontrolable en todo el país.

O por fin lo entiende o que asuma las consecuencias.

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