Washington asegura que la operación busca frenar a los carteles de la droga, pero Caracas sostiene que el verdadero objetivo es el gobierno de Nicolás Maduro. En la región ya operan siete buques de guerra, un submarino nuclear y más de 4.500 marines
El inusual aumento de fuerzas navales de Estados Unidos en el Caribe Sur en las últimas semanas ha despertado preocupación en Caracas y dudas entre expertos en Washington. Siete buques de guerra, incluidos el USS San Antonio, el USS Iwo Jima y el USS Fort Lauderdale, así como un submarino nuclear de ataque rápido, ya se encuentran en la región, o llegarán en los próximos días, con contingente de más de 4.500 marines y marineros.
La Casa Blanca afirma que el objetivo es “combatir y desmantelar organizaciones narcotraficantes y carteles criminales en el hemisferio”, declaró Stephen Miller, subjefe de gabinete del presidente Donald Trump.
¿Antidrogas o presión política?
El argumento oficial ha generado escepticismo. El tráfico marítimo de cocaína hacia Estados Unidos se concentra en 74% en la ruta del Pacífico, mientras que por el Caribe los cargamentos suelen llegar en vuelos clandestinos, de acuerdo con la ONU y la DEA.
Analistas como David Smilde, de la Universidad de Tulane, señalan que la medida busca presionar directamente al gobierno de Nicolás Maduro. “Es diplomacia de cañoneras, tácticas antiguas para generar quiebre en el régimen”, sostuvo en declaraciones citadas por Reuters.
El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, acusó a Washington de amenazar la soberanía venezolana: “Los venezolanos saben quién está detrás de estas amenazas militares de Estados Unidos. No somos narcotraficantes, somos un pueblo noble y trabajador”.
En agosto, Estados Unidos duplicó la recompensa por información que conduzca a la captura del mandatario al elevarla a 50 millones de dólares.
Aunque el Pentágono insiste en que se trata de operaciones de seguridad regional, Caracas lo interpreta como una preparación para una posible intervención.
Samuel Moncada, embajador de Venezuela ante la ONU, opinó que la maniobra busca justificar una acción contra un “presidente legítimo”.
Expertos advierten que la escala del despliegue no alcanza los niveles de una invasión, como la de Panamá en 1989, pero tampoco es una operación rutinaria. “Es demasiado grande para ser solo sobre drogas y demasiado pequeño para una invasión, pero lo bastante significativo como para hacer presión”, dijo Christopher Hernandez-Roy, del CSIS en Washington.
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