EEUU debe actuar con más fuerza para evitar tsunami de refugiados venezolanos, dice el dirigente opositor del partido Movimiento Primero Justicia, Julio Borges
El dirigente opositor venezolano Julio Borges advierte que a la comunidad internacional se le está acabando el tiempo para evitar que la crisis venezolana propicie un tsunami de refugiados con un impacto devastador en la región, según publicación del periodista Antonio María Delgado.
Con el anuncio de que ganó la elección y cuestionado universalmente, el gobernante venezolano de Nicolás Maduro está dando pasos agigantados para transformar a su régimen en una dictadura mucho más brutal, en lo que probablemente desencadenará una avalancha de refugiados que causará estragos en los países vecinos mientras se dirigen hacia Estados Unidos.
Y la reacción de los líderes regionales, incluyendo a Estados Unidos, sobre el presunto fraude electoral ha sido tan tímida que la crisis de refugiados en este momento parece garantizada, advirtió el ex presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Julio Borges, una de las principales figuras de la oposición venezolana en el exilio.
“La respuesta política hasta ahora se ha quedado corta y mediática”, dijo Borges al Miami Herald en una entrevista telefónica.
“Estamos muy preocupados por el correr del tiempo, ya han pasado 10 días desde la elección, y nuestro temor es que si no vemos pronto una propuesta audaz sobre la mesa, una que reconozca los resultados de la elección del 28 de julio, pronto nos encontraremos inmersos en un laberinto de consecuencias devastadoras para la región”.
Según varias encuestas realizadas antes de las elecciones, el 20% de la población venezolana ha decidido abandonar el país si Maduro no sale del poder este año.
Esto se traduciría en otros cinco millones de venezolanos que buscarían refugio en otros países. Pero a diferencia de los 7.7 millones que se estima que ya salieron para escapar del régimen en los últimos 10 años, el nuevo éxodo podría producirse muy rápidamente.
La oposición venezolana, encabezada por la líder María Corina Machado, asegura que su candidato presidencial, Edmundo González, ganó las elecciones con más del 65% de los votos, por encima de un impopular Maduro que a duras penas habría obtenido el 30%.
Esta afirmación es cuestionada por el Consejo Nacional Electoral, un organismo controlado férreamente por el régimen y que carece de supervisión independiente, que en la noche de la elección declaró que Maduro había ganado con algo más del 51%. No obstante, la oposición venezolana ha logrado demostrar que la verdad está de su lado al publicar los recuentos oficiales de más del 80% de las mesas de votación, que muestra la contundente ventaja de González.
El régimen, entre tanto, no ha podido producir una sola acta de votación en 10 días, pese a los constantes llamados de la comunidad internacional a que presente los documentos que respaldan la declaración de que Maduro había ganado. Los líderes regionales, incluido Estados Unidos, expresaron dudas sobre la credibilidad de la afirmación del régimen y han dicho que González ganó las elecciones.
Pero luego procedieron a esperar si una iniciativa de México, Brasil y Colombia para entablar una ronda de negociaciones con el régimen logra desencadenar la crisis. Eso es un gran error, dijo Borges. “Ahora estamos en una especie de parálisis, ya que ahora están dando tiempo para que este supuesto proceso de negociaciones funcione, sin ninguna señal de que realmente esté avanzando”, dijo Borges.
Entre tanto, se están produciendo una serie de reportajes de prensa dando a conocer los grandes esfuerzos de cabildeo emprendidos en el exterior por el régimen para convencer a los gobiernos de Colombia, México y Brasil de que dejen de pedirle a Maduro las actas de votación.
Tal como se están planteando las cosas, el proceso se está dirigiendo hacia un atolladero del que nunca saldrá. A lo largo de sus más de dos décadas en el poder, el régimen venezolano ha utilizado repetidamente los procesos de diálogo o negociaciones para desarmar las situaciones adversas que enfrenta sin llegar a cumplir los compromisos que adquiere en el proceso.
Es una táctica muy conocida por los venezolanos, explicó. Entre tanto, Maduro no está perdiendo el tiempo. En vista del fracaso de la estrategia que había diseñado para robarse las elecciones, el gobernante ha emprendido la tarea de transformar a su régimen en una dictadura extrema, incluso más opresiva que la de Cuba y con una clara disposición a adherirse a los intereses y al control de Rusia y China.
“Lo que Maduro está buscando en este momento es graduarse formalmente como dictador. Quiere que Venezuela se convierta en una sucursal comercial de los intereses rusos, chinos e iraníes.
Y esto debe entenderse en el contexto de que Venezuela tiene nada menos que una cuarta parte de las reservas mundiales de petróleo y las octavas reservas de gas más grandes del mundo”, agregó.
“La jugada que Maduro hizo después del 28 de julio es mucho más grande de lo que se podría ver en términos de sus graves consecuencias (…) y parece destinada no solo a convertir a Venezuela en otra Cuba, sino en Corea del Norte”, señaló.
El régimen de Caracas emprendió una ola de feroz represión a las pocas horas de que la oposición anunciara que Maduro pretendía robarse nuevamente las elecciones, dando los mismos pasos que había dado en el 2018 y que llevó a Estados Unidos y a más de 50 países a desconocer su mandato el año siguiente.
Las fuerzas de seguridad represivas de Maduro han arrestado al menos a 2,000 personas en los últimos 10 días y Machado dijo la semana pasada en un artículo de opinión publicado en el Wall Street Journal que está escondida y que temía por su vida y por su libertad. Grupos de derechos humanos han dicho que al menos 20 personas han muerto desde que comenzó la represión y decenas más han resultado heridas, mientras que grupos paramilitares armados deambulan por las calles, a veces disparando contra los manifestantes. Maduro también ha anunciado planes para cerrar las aplicaciones de redes sociales, alegando que están siendo utilizadas para coordinar actos de rebelión.
Al comentar sobre un reciente pronunciamiento de Maduro para detener el uso de WhatsApp en Venezuela, Borges dijo que a diferencia de muchos, él toma esas declaraciones muy en serio porque se hicieron en medio de los planes del régimen de comenzar a utilizar herramientas tecnológicas para restringir el uso de las redes sociales en el país.
La transformación de un régimen de Caracas en una dictadura pura y dura es sin duda una tragedia para los venezolanos, pero también plantea graves amenazas a la seguridad de Colombia y Brasil, con los que comparte extensas fronteras terrestres, así como para México y Estados Unidos, dijo Borges, uno de los fundadores y principales líderes del partido opositor Primero Justicia.
No todos los gobiernos han llegado a comprender el riesgo que plantea el camino totalitario adoptado por Maduro tras las elecciones, dijo el líder opositor. Los presidentes de izquierda de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y Colombia, Gustavo Petro, que tradicionalmente han sido considerados aliados de Maduro, deben darse cuenta de que esto ya no es una cuestión de ideología política, sino una que amenaza con consecuencias devastadoras para sus propios países, dijo Borges.