«Hasta los santos hacen diabluras» es un refrán o dicho popular español. Significa que incluso las personas que parecen ser muy buenas, intachables o moralmente rectas, a veces cometen errores, tienen fallos o actúan de manera inapropiada [1]. Es una forma de decir que nadie es perfecto y que todo el mundo tiene sus debilidades o momentos de flaqueza.

En la compleja realidad sociopolítica y económica de Venezuela, el refrán «hasta los santos hacen diabluras» se refleja en la corrupción generalizada, la hipocresía política y la pérdida de la fe pública en las instituciones y sus líderes. Ilustra cómo incluso figuras que se presentaban como salvadoras, incorruptibles o representantes de la moralidad han sucumbido a la tentación del poder y el enriquecimiento ilícito, contribuyendo a la crisis actual.

Manifestaciones del refrán en Venezuela:

Líderes con discursos moralistas y acciones corruptas: Numerosos funcionarios y líderes políticos que en los últimos años llegaron al poder con promesas de erradicar la corrupción y servir al pueblo, adoptando discursos de pureza ideológica o moral, se han visto envueltos en grandes escándalos de desfalco del patrimonio público. Esto demuestra que, detrás de la fachada de «santos», se ocultaban «diabluras» que agravaron la situación del país.

Aprovechamiento de la crisis humanitaria: La crisis económica y humanitaria, caracterizada por la escasez de alimentos y medicinas, ha sido terreno fértil para la corrupción, donde algunos «santos» (personas en posiciones de poder o influencia) se han lucrado con la miseria ajena mediante el control de cambios, la asignación directa de contratos y el blanqueo de fondos.

Impunidad y falta de rendición de cuentas: La falta de mecanismos de control adecuados y la ruptura del equilibrio de poderes han permitido que muchas de estas «diabluras» queden impunes. A pesar de que se han denunciado y judicializado casos de corrupción, la percepción pública es que la justicia no actúa con la misma severidad para todos, especialmente para los más cercanos al poder.

Pérdida de credibilidad institucional: La revelación constante de tramas de corrupción que atraviesan los estamentos del Estado y empresas estatales, como PDVSA, ha generado un profundo descreimiento en las instituciones y sus representantes. La población percibe que la moralidad es una debilidad y que todos, en algún nivel, son susceptibles de cometer fallos o «diabluras».

Uso de la fe como herramienta política: Incluso la esfera religiosa ha tenido un papel complejo, donde las instituciones a veces toman posturas políticas claras o se ven envueltas en disputas que revelan intereses más allá de la fe, capitalizando la miseria del pueblo en términos religiosos o políticos.

En resumen, el refrán se convierte en una lente crítica para observar cómo, en un sistema colapsado y con controles débiles, las debilidades humanas y la ambición pueden aflorar incluso en aquellos que se presentan como modelos de virtud, exacerbando el deterioro social, político y económico de Venezuela.

Uno de los ejemplos de las mejores y sanas “diabluras se logran a través de actividades sociales o publicaciones en medios de difusión, en especial para el día de los santos inocentes.

 Elaborado con IA Lcda. Amarilis Romero Sánchez. CNP 12267 – Noti/Imágenes                                  

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