Por: @OrlandoGoncal
En el verano europeo, es usual que se presenten incendios; generalmente los países más afectados son Portugal, España y Grecia.
Es una crisis cíclica, es decir, en cada verano, con la elevación de las temperaturas, la baja humedad, el aumento de la velocidad de los vientos y una floresta frondosa, gracias a las lluvias de invierno, pues se gesta la combinación perfecta para que se generen incendios de gran magnitud y devastación.
De nueva vuelta, es una situación cíclica, así que, es de suponer que los gobiernos están preparados para afrontar esos retos. El caso de Portugal en esta temporada no fue así, y además fue absolutamente insensible la indiferencia con la que el gobierno del primer ministro Luis Montenegro actuó en el caso.
Los fuegos comenzaron a finales de julio, y ya para los primeros días de agosto, había unos 70 incendios pequeños o de proporciones moderadas. Sin embargo, la acción del gobierno del señor Montenegro fue lenta y peor aún, todo indica que, a pesar del pedido de ayuda de algunos alcaldes, el gobierno central no solo no tenía un plan, sino que ni siquiera se había ocupado de dotar a los bomberos y a los equipos especiales para combatir el fuego.
A mediados de agosto, 3 de los 4 aviones de lucha contra incendios forestales en Portugal estaban fuera de servicio, y, sorprendentemente, el primer ministro Montenegro, no activo el protocolo europeo el cual le daría acceso a recursos y equipos para afrontar la emergencia, sino que solo solicitó ayuda a Marruecos.
Mientras los incendios crecían de manera alarmante, consumiendo aldeas completas, destruyendo cultivos e infraestructura, generando desolación en la población, el primer ministro estaba de vacaciones, y peor aún, el 14 de agosto el partido Social Demócrata (PSD), al cual pertenece el primer ministro, celebró su tradicional fiesta del “Pontal” en Algarve, que simboliza el reencuentro de los militantes de ese partido.
Recapitulando, en el país en llamas, la gente combatía los incendios con sus propios medios, al lado de los cuerpos de bomberos, los cuales estaban mal dotados y peor pagados. Sin embargo, el primer ministro seguía de vacaciones y además celebrando su “tradicional” fiesta del Pontal. La fiesta también fue propicia para que el gobierno hiciera el anuncio de que tenían todo listo para formalizar el regreso de la Fórmula 1 al Algarve en 2027. ¿Será posible una mayor desubicación de un gobierno en una situación de emergencia?
Definitivamente no hay mayor muestra de insensibilidad e irresponsabilidad política por parte del gobierno. Mientras el país estaba devastado, la gente consternada y evidentemente abandonada a su suerte por un gobierno que no solo no se preparó para una crisis cíclica, es decir, una crisis que ya es usual que se presente en la temporada de verano, sino que además ignoró por casi dos semanas la gravedad de la situación.
Después de que falleciera la primera persona producto de los incendios, entonces el primer ministro Montenegro suspende sus vacaciones; pero, aun así, jamás se vio a los principales jerarcas del gobierno en el frente de batalla, con lo cual, nuevamente, volvían a poner de manifiesto su insensibilidad e indiferencia ante la emergencia.
Portugal llevaba 25 días seguidos enfrentándose a condiciones meteorológicas extremas y a sucesivos incendios de gran magnitud, casi 280.000 hectáreas, que suponen el 3,04 % del área de todo Portugal. Y solo después, entonces el gobierno anuncia una serie de medidas para aliviar la situación y auxiliar a los afectados; es decir, después de que centenares de familias lo perdieran todo, de que decenas de aldeas fueran arrasadas por las llamas, de que el 3% del territorio ardiera, entonces, hasta ese momento el gobierno sale en auxilio de la población. La función del Estado, entre otras, es proteger a sus ciudadanos, cuidar de ellos y velar por su seguridad, y son los gobernantes quienes tienen el mandato de cumplir esas funciones.
El gobierno de Portugal lamentablemente demostró que la gente no es su prioridad. Además de no tener un plan para esta emergencia, no dotaron a los organismos con los presupuestos y equipamientos necesarios para tales fines, además, ni siquiera tomaron acciones y medidas durante más de 20 días, y dejaron en el abandono y la indefensión a la población.
Seguramente, la justicia portuguesa y la europea tendrán que intervenir e investigar este grado de inacción de un gobierno y poner todo el peso de la ley sobre los responsables de tanta insensibilidad e insensatez que ha costado millones de euros en daños a la propiedad privada y estatal, así como la pérdida de vidas.

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