José Aranguibel Carrasco
«Estudia el pasado para pronosticar el futuro».
Confucio
No es guachafa, mamadera de gallo o nada parecido a un chiste jocoso de esos que a orientales o zulianos los hace la atracción en cualquier fiesta, parranda o velorio. De nada de eso se trata, sino de una circunstancia sui generis, única e inigualable, donde los venezolanos estamos entre la espada y la pared frente a «Juegos de Guerra» que mueve sus piezas de muerte en aguas internacionales del Mar Caribe, cercana a nuestras costas territoriales.
La «cosa está fea», diría un viejo zorro político. Y no es para menos cuando mucha gente piensa en lo peor como nos sucede desde las tres últimas semanas, cuando nos enteramos de la decisión de Mr. Donald Trump de ordenar movilizar a una poderosa fuerza naval de su país en aguas del Caribe, frente a nuestra extensa costa marítima.
Esta vez la acción de intimidar, desafiar, provocar, asustar o retar al gobierno de Miraflores, es, sin duda, un primer efecto logrado. No obstante, a diferencia de su primer mandato, –2017-2021–, cuando Mr. Trump asomó una acción de fuerza contra Venezuela, el asunto no pasó de ser una situación tensa que sigue en desarrollo y que hasta hoy tiene reunidas a ocho naves de guerra super modernas.
En Miraflores por aquello de que «el que no corre, vuela» la respuesta oficial no esperó demasiado. Arengas, declaraciones, denuncias, alertas y el llamado a la movilización de las FANB y el alistamiento de la milicia, ha creado un ambiente de zozobra, desasosiego y temor en la población.
Lo desconocido e incierto es ¿quién irá a poner los muertos?. Lo cierto es que en el tablero de los «Juegos de Guerra» que Estados Unidos de América abre en el Caribe, creo que al final del show sea otra de las retóricas o bufonadas a las que nos tiene acostumbrado Mr. Trump. No olvidemos lo sucedido con la licencia de Chevrón. ¿Qué si?, ¿qué no? ¿qué si?.
Su estilo impredecible, espontáneo, lo tiene peleando en muchos frentes de conflictividad con un sinnúmero de instituciones a lo interno de su país y con infinidad de países alrededor del mundo en temas económicos o de geopolítica. No le agrada que lo contradigan aún cuando de su boca haya salido una mentira.
Mr. Trump es un tipo pragmatico que gusta olfatear la posibilidad de un beneficio antes de dar un paso, –entendido en todo– en cualquier negocio económico, deportivo, político o militar. Enfoca su propósito a través de medios prácticos y efectivos.
Su narrativa «amenazante» le ha dado resultados y la explota. La guerra de aranceles, por ejemplo, le rinde ya rédito sin usar otra herramienta distinta al chantaje o la intimidación. Los 27 países miembros de la Unión Europea, UE, ya probaron de su medicina.
En la balanza de seguir adelante con sus planes de combatir la presencia de carteles de la droga en América Latina y el Caribe, Mr. Trump debe estar pensándolo bien, porque si hipotéticamente la acción militar contra Venezuela llega a producirse, su egocentrismo deberá olvidar que le otorguen el premio Nobel de la Paz al que ha sido postulado por el primer ministro israelí, Benjamín Nethanyaju.
Esto último no es en todo caso una razón de peso que podría detener cualquier acción de fuerza, pero conociendo a Mr. Trump habría que darle el beneficio de la duda, porque su postura de pacifista que Washington ha vendido podría significar un daño a su imagen que ha caído muy rápido en menos de nueve meses de gobierno. No olvidemos que su gestión de la mitad de su mandato será evaluada en 2026.
En lo personal no me preocupan mucho los «Juegos de Guerra» de Mr. Donald Trump en el Caribe, pero si la condición de supervivencia de la otra guerra que no tienen nada de juegos. Es la del día a día, letal y de exterminio que los venezolanos soportamos. Esa guerra silente que ha provocado la salida de millones de personas del país –hijos, hermanos, padres, amigos y conocidos– buscando una mejor calidad de vida.
Las condiciones de vida de quienes seguimos en suelo patrio son extremas, extenuantes y abrumadoras. En 26 años de gestión de la Revolución Bonita el modelo propuesto que despertó simpatías, entendimiento y adhesión en lo social llegó a su agotamiento y fracaso. No llena ni satisface las expectativas de la mayoría de los venezolanos. Ha sido una estafa sin resultados a la vista.
Cada vez el agotamiento social queda en evidencia. El maltrato expresa carencias mínimas de subsistencia. Una inflación galopante que traduce el golpe en la carestía de los alimentos; sueldos y salarios que irrespetan la condición laboral de las personas; pensionados y jubilados pisando el límite de la tolerancia para vivir.
Asimismo, deficiencias graves en los servicios de salud y de educación pública; desempleo; ausencia de seguridad social; deficientes servicios públicos y una tasa oficial indetenible de nuestra moneda que ahoga al venezolano, entre otras.
Y por si fuera poco el amargo trago que digerimos los venezolanos, a esto se une la irresponsabilidad de «próceres de la libertad» quienes a través de las redes sociales, creídos estar ungidos por el mismo Papá Dios, hunden en fantasías libertarias a mucha gente que luego los lleva al desasosiego, desesperanza y al stress.
Existe un «pueblo» cansado de ser manipulado, manoseado y atropellado con llamados de una inminente «invasión de marines gringos» que sólo existe en sus mentes enfermas, fanatizadas, radicalizadas y perversas. ¡Amanecerá y Veremos!

Caricatura: Feyo
José Aranguibel Carrasco. CNP-5003
Martes 2/9/2025
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