Alberto Villarroel García
Lo que se llama “cultura política” es la base de la autoridad. De modo que es necesario aunque sea de forma elemental, presentar la cultura: remite al uso de un lenguaje, comunicación que implica organización social con instrumentos específicos; ella, pues, es un subsistema del sistema mayor: la sociedad, como lo son la economía, la política; la cultura posee sus respectivos subsistemas: la ciencia, tecnología, el arte, las humanidades, la matemática.
Ahora nos referimos a la Cultura Política: tiene que ver con el conocimiento en teoría, y práctica del individuo (s) con respecto a códigos en el entramado de lo que constituye el Estado y Gobierno; saber de qué trata la Constitución o Carta Magna de presentación de su relativo país, y valga la importancia que ésta tiene, informado y al tanto de la División de los poderes Públicos establecidos allí. De modo conocer acerca de lo que es el Debido Proceso; del porqué las libertades y , la formación de leyes y su acatamiento desde el Tribunal Supremo de Justicia, organismo que entre sus funciones está la de hacer que se cumpla la ley en estricta consonancia con la Justicia, lo que es de vital esencia para la existencia de la vida democrática; lo perentorio que reviste el que el Poder Ejecutivo esté controlado por una Asamblea Nacional autónoma; valorar, apreciar – afirmado en ése texto – ,que algunas vez la Democracia se sustenta en el Pueblo, pueda hacerse realidad.
No estás obligado a poseer el título de abogado para informarte de que existen leyes con respecto al orden y la obediencia de hacerlo; respetar la vida vecinal regida por ordenanzas; así como consciente y contribuir a que el municipio sea la energía de una dinámica cultural centrifuga y centrípeta, adonde el potencial para el crecimiento democrático sí es factible.
La cultura política nos alerta acerca del tipo de autoridad – según la naturaleza del liderazgo político – instalada en el Gobierno. Por ello el tema del liderazgo y su característica es significativo. De allí la frase lapidaria de un líder y estudioso del liderazgo como lo fue Wagner Bennis, al afirmar que en las organizaciones: “Todo se decide según el carácter y capacidad que posea el liderazgo” En Venezuela estamos en el umbral de sometidos por 27 años de liderazgos autocráticos, despóticos, anclados en las riendas de ideologías.
Es entonces evidente de que la cultura política dominante – en el presente – es generadora del liderazgo autoritario dominante que hemos tenido durante 27 años de despilfarro sociopolítico, inflacionario, y depredador en todos los sentidos, sea material y espiritual.
La cultura política nos interpela sobre la situación de los Derechos Humanos: ¿Se respetan, protegen los Derechos Humanos? La Dignidad es sagrada a la inherencia del ser humano ¿Se acata? Las libertades de expresión, conciencia, de transitar libremente, el derecho de reunión y deliberar en cuanto concierne a las libertades públicas, ¿está garantizada? No, y no se respetan; un aproximado – según organizaciones defensora de los Derechos Humanos – de unos mil presos políticos se encuentran en las cárceles. La tortura y el asesinato han manchado la autoridad a lo largo de 27 años de gestión del poder.
La Autoridad remite aquí y en todas las partes del Planeta adonde exista Gobierno, a fuente de “verosimilitud de sus mensajes”, es decir, que sean “creídos” de inmediatos, sin importar su contenido. Quienes nos trajeron a este Mundeo y vida, fueron nuestras primeras fuentes de autoridad, por confianza y creer en ellos. Ésta relación que tuvimos en la niñez es origen de nuestra creencia y confianza en la figura de autoridad, ya en edad adulta. Sin embargo, no toda autoridad deba aceptarse sin saber quién es, e indagar para otorgarle límites; esto no sólo con el gobernante de turno cualquiera sea para hacerlo, sino también con médicos a quienes ponemos en sus manos nuestra salud.
La autoridad que es generada por el sistema político – de la cultura política -, en tanto parte con legitimidad por haber sido elegida electoralmente, se inicia con la promesa de que respetará valores de individuos ( comunidades) que se aprecian, con ordenes que emita. Toda promesa debe ser verificada en los hechos para cerciorarse de que no ha sido falsedad o hay manipulación. La autoridad está – en democracia – bajo el escrutinio de otros actores: un Parlamento autónomo, una cultura política informada y formada; ¿Por qué de esta “naturalidad” en democracia? Porque la autoridad es producto del sistema político, es obvio que deba contribuir con tal sistema político, pero, también puede ser lo contrario: un severo obstáculo, como sucedió en Venezuela, y el tipo de autoridad carismática, militarista, despótica y autocrática, cumplió su objetivo de control y dominio.
La llegada del chavismo fue producto de un proceso desintegrador de la autoridad en el sistema democrático, lo que incluyo desobediencia a leyes (y lealtades) así como a toda normativa del sistema político de entonces.
“Autoridad y la lealtad está en relación con lo que el Gobierno pueda exigir de su pueblo” . Los Derechos Humanos comprenden un extracto de la legitimidad del pueblo en exigir al Estado y Gobierno. Nos corresponde porque son Derechos “naturales”, e Inalienables, son ¡Irrenunciables! De ningún modo y forma nadie puede renunciar a la vida, a su vida, tampoco desistir a ser libre. Se nos pueden coartar, quitar esos Derechos, no obstante, los individuos organizados pueden restablecerlos. Y toda ley que atenta contra la libertad y la vida, es una ley negativa, nefasta, y deberá ser abolida.
La autoridad política se conoce en los mensajes que emite, asimismo en la confiabilidad y creencia de la audiencia, valga decir, el pueblo. ¿Por qué le preocupa al Gobierno, a su primera autoridad, el asunto de la obediencia, las lealtades hacia su investidura como autoridad? Sencillo: las encuestas que éste y su equipo con periodicidad realizan, expresan malestar agudo a lo largo y ancho del país sobre la gestión del gobierno, sus mentiras al descubierto; la cuestión del deterioro de la calidad de vida, la pobreza en general, sueldos y pensión miserables. Mientras tanto el Gobierno responde con los llamados bonos en sus diversas facetas para camuflar la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores y población mayoritaria.
Cuando la situación es de malestar y rechazo en general – registrada en la información de sus propias encuestas – , se puede calificar sin duda alguna, de que la “primera” autoridad no es confiable, carece de toda credibilidad, por consiguiente, en el lenguaje de la Ciencia Política eso se llama que la presente autoridad de gobierno carece de un piso de LEGITIMIDAD. Desde luego que es pertinente agregar el antecedente del resultado electoral del 28 de Julio de 2024: estos individuos NO HAN PRESENTADO PRUEBAS DE QUE GANARON, al contrario de la oposición que sí lo hizo, presento las suficientes pruebas de su triunfo en diversas Instancias y Foros Internacionales.
Artículo guiado en el texto de Karl W. Deutsch: Política y Gobierno. J. Ferrater Mora: DICCIONARIO DE FILOSOFÍA.
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