La paradoja médica de las erecciones en el espacio: un par de factores hacen que se pase de «perforar kriptonita» a la disfunción eréctil
Aunque teóricamente tener erecciones debería ser más difícil en el espacio, tenemos testimonios que dejan claro que no es el caso
En 2014, Corey Levitan entrevistó al exastronauta Mike Mullane para Men’s Health. Hablaron de «muchas» cosas: de hacer pis en el espacio, de la necesidad de usar pañales, de las consecuencias aerodinámicas de tirarse pedos en condiciones de microgravedad… e (inevitablemente viendo como iba la entrevista) de tener erecciones.
La respuesta de Mullane no dejaba lugar a dudas, mientras estuvo en el espacio, varias mañanas se levantó con algo capaz de «perforar kriptonita» entre las piernas.
Y es curioso. Porque, en términos generales, las erecciones deberían ser algo más difíciles de conseguir y, de hecho, no hay que descartar que el tamaño de esa masa de tejidos y vasos que llamamos pene se reduzca en condiciones de microgravedad. Es lo que tiene la evolución.
Pensémoslo un momento. Uno de los grandes problemas a los que se ha tenido que enfrentar la evolución biológica es la gravedad. Todo nuestro sistema circulatorio está ajustado para redistribuir los fluidos en condiciones de gravedad normal. Es más, se ayuda de ella y, cuando esa ayuda desaparece y la distribución de la sangre se vuelve más fácil, aparecen los problemas.
El ejemplo más obvio es que el corazón tiene menos líquido que bombear y la presión sanguínea disminuye porque la sangre está más distribuida por todo el cuerpo. La consecuencia es que es más difícil «meter líquido» en un sitio en concreto.
La NASA quiere investigar el sexo en el espacio. Para sus astronautas puede significar una cosa: practicarlo
Hay cosas mucho más sutiles… Los niveles de testosterona, por ejemplo, se desplomen en el espacio. No tenemos muy claro cuál es el motivo y se especula que sea el resultado del desajuste hormonal, físico, alimentario y de sueño al que los astronautas someten a sus cuerpos. Hay muchos detalles así y, durante los últimos años, los investigadores han estudiado todos ellos.
…pero lo que se ha quedado sin estudiar ha sido lo que ocurría después. Después de volver del espacio. Estos días, un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Florida ha publicado un trabajo sobre el efecto que los altos niveles de radiación y la ingravidez podían tener sobre los tejidos vasculares. Más concretamente, sobre el efecto que los viajes espaciales podían acabar teniendo en la disfunción eréctil.
Según los investigadores, hasta ahora los astronautas han pasado «poco tiempo» allí arriba; pero las condiciones que se presentan en los viajes espaciales son una fuente enorme de estrés oxidativo y este tiene un efecto a largo plazo sobre los mecanismos patogénicos que se envuelven en este tipo de disfunciones. Si no cuidamos de cerca esos dos factores, los problemas se van a acumular.
¿Qué implicaciones tiene? Lo preocupante es que, siempre según los investigadores, el factor más peligroso la radiación y, a medida que las expediciones espaciales se vuelven más largas y lejanas, los o el efecto (hasta ahora disimulado) va a hacerse patente y los problemas van a tender a profundizarse.
Por suerte, el equipo de la Florida State cree que hay soluciones al alcance de nuestra mano, pero hay que trabajar en ellas.