Raúl Ochoa Cuenca
Comenzaré esta nota en la cual trataré de hacer un balance a solo un trimestre de cumplirse los primeros dos años de una guerra, la cual según el instituto de estudios de guerra de Estocolmo ya ha terminado con la vida de más de 500.000 seres humanos, entre víctimas civiles y militares.(2)
La secesión de Crimea, inspirada en varios factores históricos, fue el primer acto de fuerza de las apetencias imperiales del presidente Putin. El proceso que se convirtio en la anexión de la peninsula de Crimea y sus adyacente municipio de Sebastopol en el año 2014 de esta importante, por estrategica peninsula del mar negro a la Federacion Rusa, permiten recordar, tanto los principios fundamentales del derecho internacional publico contemporáneo, como sus reales aplicaciones en la actual sociedad de naciones.
Efectivamente, el carácter ilícito de la situación, derivada en la intervención rusa en Ucrania, se ve confrontado al bloqueo del sistema de seguridad colectiva de las Naciones Unidas, reduciendo la reacción internacional a la obligación de no reconocer un hecho cumplido o a la eventual adopción de medidas de retorsión, lo cual y creo apropiado recordar que desde los inicios de este siglo, ha sido la Federación Rusa, pais que mantiene un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, heredado (sin someterse a instancia alguna que le declarara heredero universal) que no ha congeniado esta alta responsabilidad con sus actuaciones, que como vemos en el caso que nos ocupa, se remontan al inicio de los años del 2010. El carácter limitado de la respuesta jurídica invita a reflexionar sobre la relación entre el derecho y la política en la escena internacional. El principio de la voluntariedad y el respeto es básico para entender los procesos jurídicos en el plano de la relaciones entre estados soberanos.
Para mejor comprender el contexto de esta guerra, que recuerdo es consecuencia de la unilateral decisión de Rusia de invadir Ucrania, teniendo como razones un hipotético peligro de no ser respetadas sus fronteras y por lo tanto su seguridad como nación por parte de países, mayoritariamente occidentales, agrupados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN. Pero por favor apreciados lectores, remontemonos por un momento a la históricamente inestabilidad de Crimea, territorio el cual para juristas e historiadores ha estado al principio de lo que hoy vemos como la guerra Rusa Ucraniana.
Efectivamente, tras la formación de la URSS en 1922, Crimea fue integrada como una república autónoma: la República Socialista Soviética Autónoma de Crimea. Su estatuto fue modificado al final de la Segunda Guerra Mundial, constituyendo una división administrativa dentro de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, cuando en el año 1954 Crimea fue cedida a Ucrania por decisión del secretario del partido comunista, jefe máximo y absoluto de la URSS, el Señor Nikita Jruschev. Siendo este uno de los argumentos en los cuales el actual autócrata de Moscú se basó para el posterior zarpazo, no solo a su vecino y ex aliado, también con sus amenazas de ataques nucleares a Europa y al mundo en general.
“Cuando comenzó el proceso de dislocación de la URSS, la población de Crimea intentó, sin éxito, restablecer la República Socialista Soviética Autónoma de Crimea. Pese a todo, sus reivindicaciones le permitieron obtener un estatuto autónomo dentro del Estado ucraniano, siendo primero designada como República de Crimea y a partir de 1995, tras una serie de acciones políticas de la parte de las autoridades de Crimea por independizarse, como República Autónoma de Crimea”(1)
Obviamente la República de Ucrania, como todas las repúblicas surgidas de esa superestructura llamada la URSS, luchaba por salir adelante, tratando de lograr acuerdos que le permitieran avanzar hacia mejores perspectivas. Recordemos que es Ucrania, junto a los tres países bálticos el país ex URSS que más se adentra en Europa. La relación entre Ucrania y la Unión Europea comenzó en 1994 con la creación de un Acuerdo de Colaboración y Cooperación, en el cual se establecía el respeto por una economía de mercado social e incluyente, es decir, un Estado de Derecho que proteja los derechos humanos fundamentales y de las minorías. así pensaban ambas partes, lo que le abriria las puertas de la Unión Europea.
Pero fue en el año 2013, después de nueve años de discusiones cuando ambas partes estaban listos para la firma de esta acuerdo, el cual para muchos hubiese sido un deterrente para la catástrofe humanitaria social y económica, como es la actual confrontación, sin olvidar el peligro de que esta guerra hoy regional y focalizada se pueda convertir en una guerra con más participantes, de los cuales un par de entre ellos, como la Corea del Norte e Iran con poder nuclear. Pues estas consecuencias, alguna la podemos constatar hoy como es la invasión, el presidente de Ucrania en ese momento, Viktor Yanukovych a pocos días de la firma de tan deseado acuerdo decidió no firmarlo, provocando una ola de disturbios y manifestaciones pro Unión Europea en el país y haciendo caso omiso a las aspiraciones de la población, Vitor Yanukovych firmó un acuerdo estratégico con la Federación Rusa en diciembre de 2013. Las manifestaciones se intensificaron, así como también la represión por parte del gobierno, provocando, a principios de 2014, decenas de heridos y fallecidos.
Esta decisión del presidente Yanukovych sirvió para que la Rusia de Putin y en noviembre del mismo año, iniciaran en la República ucraniana autónoma de Crimea un proceso que culminaría en marzo del año 2014 con la declaración de Independencia por parte del Parlamento de la Provincia Autónoma de Crimea y su decisión de adherir a la Federación Rusa. Veamos: Estas acciones crearon un clima aún más tenso en las regiones ruso-parlantes, en primer lugar, en Crimea, donde estalló una verdadera lucha armada entre los manifestantes pro y anti rusos, los primeros logrando imponerse en los edificios públicos donde izaron la bandera rusa. Así como afirmamos antes, este proceso que desencadenó la negativa de firmar el acuerdo comercial con la Unión Europea y sí hacerlo con Rusia (el Tratado de la Unión Aduanera) llevó a exacerbar los ánimos ya tensos históricamente.
Esto originó con la participación evidentemente de la maquinaria política de Putin, para afianzar en forma directa, lo que en la práctica no era distinto a una vulgar anexión, las autoridades del Parlamento provincial y autonómico que preguntaba en el referéndum si aprobaban que Crimea se desprendiese jurídicamente de Ucrania y pasar a ser parte, como provincia autónoma de la República de Rusia. Según su edición el diario ABC de Madrid del dia 16 de marzo del año 2014 “el 96,77 por ciento de la población de la región ucraniana de Crimea ha votado este domingo a favor de la adhesión de la provincia a Rusia, según las cifras definitivas dadas hoy por Mijaíl Málishev, jefe de la comisión electoral de la república autónoma ucraniana de Crimea”. “El número de votos a favor de la reunificación con Rusia fue de 1.233.002, lo que supone el 96,77 por ciento”, dijo Málishev en una comparecencia ante la prensa.
Estas acciones crearon un clima aún más tenso en las regiones ruso-parlantes, aquellas que ya venían en constante confrontación con el gobierno central de Ucrania. Me refiero a las 4 regiones (Donetsk y Lugansk, en el este, y Jersón y Zaporiyia, en el sur) las cuales como consecuencia de la invasión del 22 de febrero, estando bajo el absoluto control de las autoridades rusas, Vladimir Putin anunció el 30 de septiembre del 2022, seis meses después de iniciar la invasión, su total anexión a la Federación Rusa.
Frente a estos actos, se desencadenaron una serie de reacciones de diferentes Estados y organizaciones internacionales para denunciar el carácter ilícito de los referéndum en las cinco regiones, el primero de ellos en el 2014 en Crimea y Sebastopol y el 23 de septiembre del 2022 en las cuatro regiones ruso parlantes anexadas como consecuencia de la invasión iniciada el 22 de febrero de ese año. El mundo libre no ha cesado de denunciar esta situación que ha calificado de «ocupación”, y sin duda alguna, ilegales jurídicamente.
Concluyo esta nota con el temor de que hoy, 12 de noviembre del 2023, todo pareciera indicar que ni Putin, ni nadie sabe a ciencia cierta el futuro, ni de la guerra en Ucrania ni el futuro de ese complejo submundo, creado a su semejanza por Vladimir Putin.
¿Venezuela inclusive?
Raúl Ochoa Cuenca, en Anfi del Mar, el 12 de noviembre del año 2023.
Coordinación Sala de Redacción, Lcda. Amarilis Romero, CNP 12267
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