Lcdo. José Aranguibel C.

«Una nación no debe ser juzgada por cómo trata a sus ciudadanos más privilegiados, sino por cómo trata a los más desfavorecidos».

Mahatma Gandhi 

Cuando el 4F de 1.992 permitieron que Hugo Chávez Frías expresara a través de la televisión la célebre frase «Por Ahora» eso fue como dejar caer agua al suelo que hizo imposible después recoger el contenido del líquido derramado y devolverlo otra vez a un vaso.

Esta analogía, diría, es el ejemplo más claro que condujo, llevó y originó el cambio del poder político en Venezuela seis años después. Esa lectura en la mente de los sectores sociales del país significó esperanza, progreso, justicia y una mejor calidad de vida.

Alegría, euforia y esperanza que recordamos haber visto, observado y constatado en cientos de miles de venezolanos que celebraban su insurgir y un discurso contestatario que en minutos le sumó simpatías. Chávez Frías fue derrotado militarmente, pero su narrativa lo catapultó a obtener una victoria política segura en 1.998.

El líder de la «Revolución Bonita» capitalizó el deseo de una nación que aspiraba a cambios, transformaciones y evolución social. Sin embargo, la justificación de los problemas del país eran muy inferiores a las variables macroeconómicas que hoy nos golpean. Eso no importó. Hoy aquel anhelo colectivo ya no existe, desapareció o la realidad lo desvaneció en el camino.

Desnuda que nunca hubo la intención, propósito o decisión de mejorar el «stato quo». Lo irónico en todo este tiempo es que ha existido dinero, pero la pobreza social le ha ganado la carrera al populismo. Vivimos por un tiempo en una burbuja que nos explotó en la cara.

Es la historia que tenemos 33 años después del 4F y 26 desde que el chavismo ascendió al poder. Hoy tenemos una realidad injusta, desconsiderada e imperdonable debido al retroceso social al que hemos llegado.

Quienes en aquel momento teníamos menos edad, pero hoy rebasamos las seis décadas y estamos en la categoría del grupo social de jubilados y pensionados, somos, quizá, los más golpeados, maltratados y parias de un país rico lleno de pobres, víctimas de la peor humillación y escarnio que muchos recordemos.

 ¿Lo qué pudo ser qué no pasó? significa hoy una verdad que duele, molesta y es imposible olvidar cuando la seguridad social en Venezuela dejó de ser una preocupación, interés o prioridad en la agenda del gobierno o de alguna de sus instancias que por «Ley» están obligados a darle cumplimiento.

Por ejemplo, el Instituto Venezolano del Seguro Social, IVSS, es una entelequia que no le garantiza a la tercera edad nada favorable a su existencia. Es un organismo que circunscribe su existencia sólo avisar cada 21 de cada mes, el pago de la pensión de 130 bolívares, anclado al valor del dólar que hace rato rebasó ese monto.

Es una bofetada, grosería e irrespeto a cientos de miles de hombres y mujeres de la tercera edad y a millones de trabajadores venezolanos, que ganan un congelado salario mínimo nacional de hambre de 130 bolívares, además de bonos que no tienen incidencia alguna en las prestaciones sociales de cada trabajador activo.

 ¿Lo qué pudo ser qué no pasó? es en esencia el escaso, delicado y la ausencia de tacto en el manejo apropiado del tema de las necesidades de los pensionados y jubilados venezolanos que al Estado terminó diluyéndose en las manos. Haber cotizado toda una vida al IVSS para disfrutar del descanso que todos merecemos y hoy no es posible ¿quién lo asume, responde o da la cara?. ¡Amanecerá y Veremos!

Caricatura: Feyo

José Aranguibel Carrasco. CNP-5.003

Martes 19/8/2.025

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