José Aranguibel Carrasco

«Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar por la mentira».

Mahatma Gandhi

En tiempos ya lejanos, cuando éramos más jóvenes, quien puede olvidar aquello que dice que «más pudo el interés que el amor que le tenía», cuando un desamor nos golpeaba el corazón, pero después nos levantábamos, seguíamos y buscábamos otra aventura. Eso, en términos políticos, sucedió hace poco en el PSUV del Zulia con la selección del candidato a Gobernador.

Cuatro fueron los aspirantes al único cargo donde no valió quien pudo llegar a ser el más votado a través de una selección que hizo cada miembro de la estructura política en una consulta en los 21 municipios. Luis Caldera, Francisco Arias Cárdenas, Néstor Reverol y Jackeline Faría gozaron de igualdad de oportunidades, pero, –lo dije tiempo atrás–, ese protocolo no funcionó porque la decisión ya estaba cocinada en la dirección nacional del PSUV.

Se sabe que Arias Cárdenas tuvo la mejor «perfomance» en esa selección entre la dirigencia y militancia que votó. Sin embargo, eso no le fue de mucha utilidad. Allí funcionó más el celo, cuidado y la previsión de los factores de poder dentro de esa organización política, que le impide a cualquiera atreverse a mirar más allá de aspirar sólo a una posición de Gobernador de un estado. Arias Cárdenas es el único activo de los comandantes del 4F de 1.992.

Lo cierto es que, digamos, «muerto el perro se acaba la rabia» viene ahora en el PSUV del Zulia remontar la cuesta con Luis Caldera para ganar la Gobernación del Zulia, donde Manuel Rosales Guerrero ha logrado una gestión que le ha devuelto la esperanza a la gente, incluida, a la base popular del PSUV que ha sido beneficiada con las obras y programas sociales desarrollados. Sería de necios, ciegos y torpes  desconocer una realidad a la vista del país y la región.

En política, dentro o fuera del PSUV, funciona bien eso que conocemos como «detractores» que demuelen, trituran o destruyen cualquier atisbo del ungido que escala a cualquier posición de poder que hoy representa Luis Caldera. Esas críticas generalmente están aderezadas con cuestionamientos de lo que ha callado, hecho mal o dejado de hacer. Las fortalezas y debilidades son medidas en la balanza del poder.

Caldera no es la excepción de esa realidad interna. En su caso, diríamos, que tiene un estilo propio y un arsenal para su defensa que le permita confrontar cualquier debilidad que afecte el fin mismo de su candidatura. Tiene ideas, discurso, concilia y suficiente pólvora en el arranque. Es muy circunspecto, pero nada arrogante. Es un profesional universitario instruido y conocedor de la arena política donde se mueve, aún cuando ello no significa que sea un político avezado, curtido, ducho, audaz o sin defectos.

A diferencia suya, Manuel Rosales Guerrero puede que no tenga formación universitaria y estudios de nivelación superior, pero el «background» que posee en política y gerencia pública ha demostrado que no siempre un Postgrado, PHD, Doctorado o Magister no es una condición «sine qua non» para demostrar las habilidades, destrezas o respuestas a los problemas de la gente. Quienes lo han subestimado han caído en el error de equivocarse.

Esa es una realidad de la que están muy conscientes en el PSUV. Rosales tiene fortaleza, es frontal, osado, astuto y atrevido. Son cualidades muy presentes como adversario. Caldera tiene a su favor ser un dirigente que dialoga, concilia y negocia, –en términos estrictos de seriedad y respeto- y le gusta mediar en conflictos donde lo requieran, entendiendo que en esos casos cree que la mediación no debe ser usada como un objeto o mercancía política.

Le agrada contextualizar la discusión a un nivel humano que habla bien de él en términos de la valoración que le asigna a la política. En los distintos encuentros que ha sostenido dentro y fuera del PSUV desde que obtuvo la nominación, hay quienes ven en Luis Caldera al dirigente que desea ser visto como un zuliano deslastrado de las tentaciones del poder «per sé».

En la vivencia diaria de sus responsabilidades prefiere ser percibido más bien como un instrumento, una herramienta o un hecho que debe ser tomado en cuenta en condiciones de un proyecto político de lo que es el zuliano, distinto a la zulianidad, ligado a la extracción social de donde viene. Hay quienes estiman que su narrativa de campaña debe estar construida con base a recuperar el terreno a lo interno y hacia afuera, porque el peso del daño que ha sufrido el PSUV del Zulia desde el 2021 es grave.

La mala gestión en la Gobernación y en quince alcaldías perdidas en la última elección, ha sido el peor revés político sufrido en el historial de ese partido. Sus secuelas aún persisten y el descontento de la base y de aliados del Gran Polo Patriótico no es menor. En algo más de dos años Luis Caldera ha buscado reducir esa brecha. Eso se verá con el resultado de las elecciones del 25 de mayo donde el «pellejo» que está expuesto es el suyo.

Además, debe enamorar a la gente que no pertenece a la estructura política que representa, ni tampoco a la alianza que lo respalda, quienes de alguna manera son beneficiarias de programas, bonos y dádivas que otorga el gobierno nacional. Otra tarea nada fácil es minimizar el impacto que tiene la detención de los alcaldes del PSUV de los municipios Miranda, Jesús Enrique Lossada, Guajira, Insular Padilla y Jesús María Semprún.

Esa acción sin precedentes, aún caliente a cargo del gobierno nacional a través de sus organismos policiales, podría de alguna manera afectar los resultados al cargo de Gobernador, Asamblea Nacional y Consejo Legislativo del estado Zulia. Similar al escenario, –seguramente dirán los analistas–, también produciría el mismo efecto en la oposición con la detención de los alcaldes de Maracaibo, Cabimas, Colón y Catatumbo.

No obstante, el corredor electoral en teoría favorece a Manuel Rosales por ser la capital del Zulia y San Francisco los municipios donde existe la mayor concentración electoral que decide. Asimismo, Santa Rita, Cabimas, Simón Bolívar, Lagunillas, Valmore Rodríguez y Baralt suman otro importante caudal de votos por ser parte del corredor electoral de la COL.

Además, el desaliento y llamado a la abstención que ha hecho María Corina Machado en algo podría repercutir, pero esa especie de marasmo sembrado por ella poco a poco va teniendo expresiones de rechazo de distintos sectores de la sociedad, dispuestos a salir a votar, cuando recuerdan lo que pasó durante la administración de Omar Prieto Fernández, consecuencia del enanismo mental de Juan Pablo Guanipa, quien ganó y luego echó al cesto de la basura el triunfo que le otorgó la gente.

En el PSUV hay quienes creen que el momento actual excede el tiempo disponible para arreglar, corregir y enderezar tantos problemas juntos en el partido rojo del estado Zulia. Ese factor en las agujas del reloj está en contra. No siempre el tiempo es el mejor aliado. Por eso están convencidos que Caldera necesita de un ejercicio y de un conjunto de elementos que puedan ser orquestados para poder tener más asertividad en la conducción política.

En lo interno existen serias críticas porque dicen que no ha tenido una actitud más efectiva para ponerle coto a la conducta de ciertos dirigentes en los casi dos años que Luis Caldera tiene como secretario general del PSUV en el Zulia. Es, afirman, a la falta de autoridad que muchas veces se invoca en la que no se tiene la efectividad y contundencia que se espera.

Es lo que le señalan algunos aún cuando otros estiman que es una apreciación injusta, desconsiderada y desmedida con el candidato a Gobernador. Asimismo, consideran que en el debate público seguramente su silencio en relación con dos intentos fallidos de iniciarse y culminar la construcción del puente Nigale, vía alterna necesaria del Lago de Maracaibo, será desempolvada.

También su silencio en torno al Parque Eólico en la subregión Guajira, que nunca arrancó y su estructura fue vandalizada y desmantelada, tiene el recuerdo amargo en la gente por la impunidad. Claro hay quienes le atribuyen al silencio de Luis Caldera algunos bemoles, pero, también otros piensan, que le ha tocado gobernar en un «contexto donde se cayó todo –no fue posible– y endosarle eso a la incapacidad es injusto decirlo».

En resumen, la tarea de Luis Caldera y el PSUV no es un asunto fácil, sencillo o posible para tratar de llegar al 25M sin demasiado peso sobre los hombros. Es un desafío en lo personal del aspirante a la Gobernación del Zulia lograr en poco tiempo conquistar, enamorar, amarrar, asegurar y poder arrimar a su favor, a los bravos y descontentos dentro o fuera del partido. Sin embargo, confían en que la disciplina de la estructura y militancia del PSUV responderá. ¡Amanecerá y Veremos!.

José Aranguibel Carrasco. CNP-5003

Caricatura: Feyo

Martes 8/4/2025

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