En días recientes, dos buques de Chevron zarparon con crudo venezolano hacia refinerías en Texas, donde el petróleo pesado del país sudamericano goza de buena demanda. Venezuela, que décadas atrás fue una potencia petrolera con casi 3 millones de barriles diarios, sigue lejos de recuperar ese esplendor. Si bien un acuerdo basado en intercambios no monetarios permitiría ampliar la producción y las exportaciones, privará al Estado venezolano de divisas líquidas
El retorno de la petrolera estadounidense Chevron a Venezuela marca un nuevo capítulo en la compleja relación entre Caracas y Washington. Aunque los términos de la licencia otorgada por el Departamento del Tesoro aún no se han revelado, economistas prevén que el acuerdo podría generar un respiro para las debilitadas cuentas públicas en 2025.
En días recientes, dos buques de Chevron zarparon con crudo venezolano hacia refinerías en Texas, donde el petróleo pesado del país sudamericano goza de buena demanda. Según estimaciones de expertos, el aporte de la empresa podría rondar los 200.000 barriles diarios, elevando la producción nacional a alrededor de 1,2 millones de barriles por día en el corto plazo. Esto podría traducirse en un crecimiento económico cercano al 2% en un país que, hasta hace poco, encaraba la amenaza de recesión, recoge el País.
Venezuela, que décadas atrás fue una potencia petrolera con casi 3 millones de barriles diarios, sigue lejos de recuperar ese esplendor. Sin embargo, el regreso de Chevron representa un cambio de tono respecto al pesimismo que dominaba hace apenas tres meses, cuando la salida temporal de la empresa provocó incertidumbre cambiaria y mayor presión inflacionaria.
Fuentes cercanas indicaron al País que la nueva licencia podría implicar un modelo de pago “en especie” en lugar de transferencias en efectivo: crudo adicional o diluyentes para procesar el petróleo extrapesado de la Faja del Orinoco. Este esquema encajaría en la Ley Antibloqueo y daría a Pdvsa acceso a insumos que hoy importa desde Irán o Rusia.
La reactivación llega justo cuando el Gobierno venezolano está por concluir el pago de su millonaria deuda con Chevron, lo que allana el camino para retomar operaciones conjuntas en empresas mixtas como Petropiar, Petroboscán y Petroindependencia.
La decisión de Washington responde también a necesidades energéticas internas, mientras en paralelo mantiene presión política sobre el presidente Nicolás Maduro, con una recompensa de 50 millones de dólares por información que lleve a su arresto. Para analistas como Francisco Monaldi, de la Universidad de Rice, el contexto político estadounidense y venezolano será clave para definir el alcance real de esta reapertura.
Si bien un acuerdo basado en intercambios no monetarios permitiría ampliar la producción y las exportaciones, privará al Estado venezolano de divisas líquidas, en un momento en el que la escasez de dólares limita la capacidad de maniobra económica.
Aun así, el retorno de Chevron se suma a la lenta recuperación productiva iniciada en 2021, tras una década de colapso marcada por corrupción, controles cambiarios, politización y sanciones internacionales.
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