«Es mejor fracasar por atreverse a triunfar que no triunfar por temor a fracasar“.

Anónimo

En la oposición venezolana hay cosas que por sabidas se callan y por calladas se olvidan, pero por tratarse de un tema que nos ha costado más de 1/4 de siglo el peso de la crisis que nos golpea, es pertinente hurgar, saber y conocer si la Plataforma Unitaria Democrática, PUD, ha cumplido o no el papel de ser la instancia que en «unidad» construya la vía electoral para salir de la peor tragedia social y política de nuestra historia republicana.

Ciertamente ha sido un camino sembrado de obstáculos, contratiempos, presiones y hasta incumplimientos cuando, anteriormente la Mesa de la Unidad Democrática, MUD, fungió como negociadora con el oficialismo, teniéndose en aquel entonces el respaldo de organismos internacionales garantes de cualquier acuerdo.

El sentido de unidad verdadera entre los factores y organizaciones políticas que amarraron una solida alianza, logró la peor derrota sufrida por el chavismo en el 2015 en las elecciones de la Asamblea Nacional. Esa epopeya electoral que recordamos diez años atrás fue posible por la decisión de la gente de no perder su voto, cuando la dirigencia entendió que la abstención no lleva a nada y que la unidad y la fuerza electoral volvieron a reafirmar el valor del sufragio el 28J.

Sabemos la historia que vino después cuando el desconocimiento de una mayoría opositora en la Casa de las Leyes del país, fue la respuesta oficialista cuando hizo uso de prácticas «legales» del poder del Estado a través de decisiones ventajistas y abusivas desde el TSJ que irrespetó la voluntad popular

Ese ejemplo de lo sucedido en 2015 a los venezolanos nos dejó algo muy claro. ¿Qué cosa?. Que cuando en la oposición dejan de lado el egoísmo, personalismo, grupalismo, odio, zancadilla, fariseismo y mesianismo las cosas funcionan, fluyen y arrojan los resultados que todos esperamos.

Uno de ellos, quizá entre los más graves, han sido los errores de estrategia, incoherencia y el fantasma de la abstención, –claro cuando conviene o no votar–, aún cuando en otros procesos de elecciones el éxito ha marcado la diferencia en momentos que ha imperado la sensatez, seriedad, coherencia y la responsabilidad de la misión que los venezolanos le encomendamos al liderazgo.

Sin embargo, la MUD queda desactivada, desconectada y eliminada como plataforma de la lucha democrática en 2018, cuando su tarjeta unitaria que era sinónimo de triunfo, significó un peligro del lado del gobierno, porque su sencillo diseño, ubicación y conocimiento no dispersaba ni confundía a la gente en el tarjetón electoral.

Poco después en 2021 quedaría formalizada la creación de otra alianza que conocemos hoy como Plataforma de la Unidad Democrática, PUD. En teoría su papel ha debido ser superior, mejor, al de la MUD pero eso ha estado alejado de un tiempo a esta fecha de la realidad. ¿Por qué?.

Las razones podrían ser más atribuidas a integrantes de un «club de amigos» que se reúnen de cuando en cuando, muy distantes del papel de ser responsables ante el país opositor de cada una de sus actuaciones en las que ha confiado, no sólo el militante y/o simpatizante de los partidos políticos, sino la gente de a pie o simplemente el ciudadano común, esperanzado en una eficiente conducción de esa estructura democrática de cara a un cambio a la realidad política.

Es otra, distinta, apegada más bien a una suerte de circo donde quien decide no son los payasos sino la dueña del circo. Dos meses atrás o algo más, la salida del secretario ejecutivo de la PUD, Omar Barboza Gutiérrez, seguramente giró en torno a esa verdad por cuanto su papel limitado, –sin derecho a voto–, significaba estar atado de manos, sólo facultado a organizar y convocar reuniones que terminaban en nada por falta de quórum, revelaría en su carta de renuncia.

La PUD está conformada por los partidos AD, Copei, VP, Convergencia, Causa R, Encuentro Ciudadano, Proyecto Venezuela y PJ. El viernes 25 de abril, UNT y MPV fueron «echados» de la PUD por «asumir una línea política contraria a la decisión mayoritaria de la PU con respecto al evento convocado para el 25 de mayo.

«Se han colocado», afirman, «al margen del esfuerzo unitario que desde la Plataforma Unitaria llevamos adelante en cumplimiento del mandato político dado por el pueblo venezolano el pasado 28 de julio”, pero lo cierto es que lo que sucede al interior de la PUD ha dejado de ser relevante para la gente que ha esperado algo mas del liderazgo que la conforma y no conductas más apegadas a una «cofradía» que rinde culto a quien ordena ejecutar sus órdenes.

Su misión de guiar, dirigir y encaminar una respuesta al anhelo del venezolano de salir por la vía del voto de la tragedia a la que sobrevivimos, está alejada de la responsabilidad de la PUD, encargada, más bien, en cumplir hoy el papel de Tribunal Inquisidor contra organizaciones políticas que no comparten la orden de no votar, instruida por María Corina Machado.

Eso no es ningún secreto a estas alturas del juego. Además, otro irrespeto a la autonomía que se supone debe tener esa instancia colegiada es haber escuchado decir a Juan Pablo Guanipa que en la Plataforma Unitaria Democrática se “hace lo que diga María Corina”. Todo extremo es dañino, mucho más cuando el culto a la personalidad es peligroso en cualquier sociedad.

Esa conducta lleva a su propia tumba el significado de lo que debe ser la PUD, un espacio de debate, análisis y propuestas. Es deplorable que algunos de sus integrantes, entre ellos, Andrés Velásquez, fogoso orador pero sin base electoral, le «eche dedo» a sus excompañeros de UNT y MPV pidiendo la «expulsión» por convocar a la participación a las elecciones del 25M. Solo le faltó exhibir «El Mazo» que en el otro lado de la acera es la última palabra, nada discutible ni contrariada.

A Andrés Velásquez, su tocayo Andrés Caleca del MPV, le recuerda que «la Plataforma no tiene una instancia disciplinaria como tal. Si tiene un reglamento de funcionamiento interno, según entiendo, pero yo no lo conozco. En el pasado, 2021 la PU decidió participar en las elecciones regionales por mayoría de 8 de sus integrantes y, a pesar de ello, dos partidos de su seno decidieron llamar a la abstención, al igual que María Corina.

«Eso», continúa, «no acarreó ninguna sanción y, por el contrario, se les respetó su decisión. Por cierto, uno de esos partidos díscolos de entonces, fue la Causa R, hoy estridente abanderado de la solicitud  de expulsión del MPV y UNT… No es cuento, es historia, como dice Inés Quintero».

En política, la frase «la excepción es la regla» se usa para describir situaciones donde una regla general se aplica de manera generalizada, pero las excepciones se vuelven tan comunes que parecen más la norma que la excepción. Esto puede ocurrir cuando la interpretación o aplicación de una ley o norma se flexibiliza o se ignoran las excepciones que deberían estar contempladas». 

Un cascarón vacío puede decirse, analógicamente, que es muy parecido a la cavidad cerebral que tienen algunos en el sector opositor venezolano, donde impera más el sacar rédito, ventajas y provecho, personal o grupal, a cualquier momento político donde ni son todos los que están ni están todos los que son.

En fin, creer o no en este momento en el papel de la PUD, digamos, en una expresión de asombro ¡cuesta creerlo, aceptarlo o asimilarlo!. ¿Es un cascarón vacío o esperanza opositora?. Lo dirá el tiempo seguramente, pero su desenvolvimiento más reciente apunta a lo contrario. ¡Amanecerá y Veremos!.

Caricatura: Feyo

José Aranguibel Carrasco. CNP-5003

Martes 29/4/2025

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