Noviembre es el mes nacional de la Concientización sobre la Enfermedad de Alzheimer, una enfermedad incurable que afecta a más de 6 millones de personas en Estados Unidos.
Actualmente, una vez que los síntomas del Alzheimer aparecen, es posible realizar un diagnóstico creíble y orientador.
El Alzheimer es un desorden del cerebro en el que progresivamente se destruyen neuronas y las conexiones entre ellas: las sinapsis. Esto afecta la memoria, el comportamiento y hasta el proceso de razonar: lo que de manera general se llama demencia. Es una enfermedad mortal, que aún no tiene cura, y que afecta a más de 6 millones de personas en Estados Unidos solamente.
Actualmente, una vez que los síntomas aparecen, es posible realizar un diagnóstico. Pero esto suele ocurrir cuando el daño a nivel cerebral es grande e irreversible. En este artículo conversamos con una experta en marcadores del Alzheimer, y como algunos de ellos permiten reconocer la enfermedad mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas.
Existen dos moléculas que gatillan la pérdida de las conexiones y la muerte de las células del cerebro [llamadas beta amiloides y ovillos de tau]. El problema es que aún no sabemos cómo podemos quitarlas, lo que hace que esta enfermedad no tenga cura”, menciona a Vida y Salud la neurocientífica experta en Alzheimer y líder del grupo de investigación en Neurodegeneración Molecular del Instituto de Investigación del Hospital de Santa Creu i Sant Pau, en Barcelona, la Dra. Olivia Belbin.
Al igual que dice el dicho “es mejor tener amigos que plata”, en el cerebro las conexiones entre las neuronas son clave:
Todas las neuronas generan una red extremadamente compleja, pero muy comunicada. Esto se llama sinapsis.
“Deben ponerse de acuerdo, como una red social. Y esos mensajes que se escriben en la red social se llaman moléculas sinápticas”, apunta la Dra. Belbin.
A las moléculas que nos permiten reconocer que algo está ocurriendo en nuestro cuerpo -por ejemplo, por una enfermedad- le llamamos biomarcadores. En el caso concreto de este grupo de investigación, lo que estudian son los biomarcadores sinápticos, ya que se basan en observar cómo son las conexiones entre las neuronas.
Mientras más pronto, mejor
Aunque hay avances en la detección temprana de la enfermedad de Alzheimer con ayuda de nuevas tecnologías y técnicas, de acuerdo a la Dra. Belbin “actualmente se sigue recurriendo a pruebas neuropsicológicas para saber que una persona tiene alguna enfermedad neurodegenerativa y, por tanto, demencia. El gran problema es que estos síntomas aparecen cuando la enfermedad está muy avanzada y no hay tiempo para prepararse” o revertir el proceso. Es demasiado tarde.
Por suerte, esta realidad está comenzando a cambiar. Un claro ejemplo es lo que el grupo de la Dra. Olivia Belbin ha podido lograr:
Ya pueden reconocer biomarcadores de sinapsis, analizados por medio del líquido cefalorraquídeo, que aparecen antes que cualquier síntoma, pero que indican irrevocablemente que se está en camino a padecer este tipo de enfermedades.
El camino que se sigue es el de reconocer biomarcadores específicos para cada enfermedad neurodegenerativa. “Todas las demencias llegan a los mismos síntomas, lo que cambia es como se produce y que lo gatilla”, menciona la neurocientífica. Ya han comenzado a trabajar en la demencia frontotemporal, por ejemplo.
Actualmente, también se han reconocido características genéticas que aparecen en el Síndrome de Down que llevan a un 100% de los pacientes a presentar demencia, lo que ha permitido avanzar mucho en el estudio.
¿Hay cura en camino?
“Estamos en un momento revolucionario – señala la experta-. Ya se aprobó en Estados Unidos el primer fármaco para eliminar las moléculas causantes de la enfermedad. Por ahora, es un avance para la investigación y así podremos entender más sobre la enfermedad y como frenarlo, pero no es una cura”.
La investigadora comenta que en los 20 años que lleva trabajando con enfermedades neurodegenerativas, este es el primer gran salto o avance. Pudiendo quitar las moléculas que producen la degeneración neuronal, que también retrasa la progresión de la enfermedad, se podrán contestar preguntas clave como:
Si se mantiene la tendencia actual de investigación, la directora del grupo de neurodegeneración molecular piensa que en 2 o 3 años ya se podrían tener nuevos productos farmacológicos en investigación para poder retrasar la progresión de estas enfermedades. Y si alguno efectivamente la frena, podría ser probado en los primeros pacientes en unos 5 años más.
Por ahora seguir con los cuidados preventivos
No podemos, aún, cambiar nuestra genética. Si estamos predispuestos a la enfermedad no podemos hacer mucho, “pero sí podemos mejorar nuestro estilo de vida: realizar ejercicio, comer equilibrado y saludable, mantener nuestra mente trabajando. Eso hace más difícil que las moléculas dañen más rápido el cerebro”, cierra la investigadora.