En 1975 una rebelde Virginia Aponte comenzó a darle forma al hecho teatral en los espacios de la Universidad Católica Andrés Bello. Allí ha permanecido firme en su propósito de consolidar el teatro como herramienta de formación. En 1995 surgió Medatia, programa social con la que llevan cultura a las comunidades aledañas. Luego, llegó AGO Teatro para los interesados en hacer montajes profesionales. Con una programación aniversaria en la que presentarán Diálogos Carmelitas y El pájaro azul, el grupo conmemora sus cinco décadas creando vínculos que trascienden el tiempo y las generaciones

En la planta baja del módulo 4 de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), detrás de unas remodeladas puertas de madera, hay un sótano donde desde hace 50 años se respira, construye y crea.  Sobre las alfombras grises de terciopelo, más de 70 miembros de la agrupación Teatro UCAB se preparan para el espectáculo. Estiran, vocalizan, ordenan vestuario y buscan sus implementos. Pocos minutos antes de dar sala, se hace un círculo de energía dirigido por su fundadora, Virginia Aponte. Cada uno dice su nombre antes de cerrar todos juntos con la exclamación tradicional del gremio: “Mierda”. Entre nervios y emoción, los aplausos estallan mientras cada uno va a su lugar para dar inicio a Diálogos carmelitas, del francés Georges Bernanos.

Egresados, docentes y alumnos. En Teatro UCAB hay artistas de todas las edades, unos nuevos otros no tanto, e incluso hay formaron fueron parte del primer elenco de esta pieza que se montó en 1983. Todos están unidos por un lazo que se teje sin importar el tiempo, un vínculo que surge al entrar en una agrupación caracterizada por su filosofía de aprender haciendo y por su misión de enseñar y construir país por medio del teatro. Todos sus miembros, actuales y antiguos, coinciden: una vez se es parte de Teatro UCAB, ya nunca se deja de serlo. Dirigido desde hace tres años por la egresada de Comunicación Social, Duilia Díaz, bajo la subdirección del también comunicador Miguel Abreu, el grupo celebra medio siglo haciendo teatro con poco.

“Soy miembro de Teatro UCAB desde 1998. De los 50 años tengo aquí casi la mitad. Entré, nunca me fui”, cuenta Díaz. Como miembro del grupo y actual directora señala que el trabajo va más allá de lo artístico, complementan la formación académica desde lo integral y lo humano. Teatro UCAB, explica, tiene una fuerte conexión con el trabajo social, lo más valioso, dice, de una agrupación que no siempre fue aceptada en el entorno institucional y educativo de la universidad.

Teatro UCAB

El círculo de energía para calentar es una tradición en el grupo | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

De la rebeldía a Teatro UCAB

Teatro UCAB nació por una rebeldía de Virginia Aponte, ucabista, comunicadora social, de personalidad amable y cariñosa pero también irreverente, sobre todo en su juventud. Corría el año 1975 cuando su profesor de teatro, Marcos Reyes, le pidió participar en su próximo proyecto, El proceso a Jesús, obra del italiano Diego Fabbri. Aponte fue firme en su respuesta: “No voy a actuar, yo quiero ayudarte a dirigir”. Allí comenzó su carrera como directora y dio sus primeros pasos como grupo teatral de la universidad.

“Ese fue el momento en el que se hizo permanente. Antes hubo teatro en la universidad, el padre Ignacio Ibáñez hizo algunas piezas, pero era aislado, no era continuo, no había grupo. A partir de 1975 comenzó todo. A lo largo de 50 años nunca dejamos de hacer teatro”, cuenta la directora de 77 años de edad. En ese entonces eran solo cinco miembros: Elisa Martínez, Cenovia Casas, Alberto Arapé, Juan Carlos Alonso y María Eugenia Palacio. Hoy son muchos más: el grupo cuenta con más de 100 aspirantes que cada año se presentan a las audiciones y 60 estudiantes entre sus miembros activos y regulares.

En sus inicios, los primeros miembros de Teatro UCAB, junto con Virginia Aponte, ensayaban donde los dejaban, donde podían.  Por lo general, en el auditorio Hermano Lanz, donde también se presentaban. Desde entonces, cuenta Aponte, enfrentaron las trabas usuales de los que hacen teatro. “Primero, estás perdiendo tu tiempo. Segundo, los muchachos tenían que venir a la universidad a estudiar y no a perder su tiempo metidos aquí. Sobre todo antes, ya no tanto, el teatro era un lugar de perdición. Se creía que la gente que hace teatro es sospechosa porque hay drogas y homosexualidad. Hoy en día las cosas se ven de otra manera pero cuando empecé era muy difícil”.

Fue cuesta arriba, admite su fundadora. A medida que pasaba el tiempo, Aponte entendió que si quería hacer teatro en la universidad, debían entonces tener una misión educativa. Hizo del teatro un instrumento de educación y se volvió un grupo, sobre todo, de formación. Y, más adelante, tuvo impacto social con la creación de la fundación Medatia en 1995 bajo el auspicio del artista Juan Félix Sánchez. La sala, ese sótano en planta baja del módulo 4, también llegó con el tiempo.

Aunque Aponte no recuerda la fecha exacta, sí recuerda que la primera pieza que se estrenó en el actual espacio donde hace vida la agrupación fue Diálogos carmelita hace 42 años. Este año, por el aniversario, regresa a las tablas con funciones el 31 de mayo y 1 de junio. Algunas piezas de utilería son las mismas de aquel entonces, otras, como el vestuario, se renovó gracias a una alianza con la nueva Academia de moda de la UCAB. “Esto era un auditorio antes. Mandé a quitar las sillas del medio y mandé a hacer unas tarimas a los extremos; se convirtió en un espacio teatral integrado”, recuerda.

Continúa Aponte: “Siempre ha sido una labor cuesta arriba, lo fue hasta hace poco cuando se dieron cuenta de que nosotros somos un proyecto que está trabajando con los barrios, que estamos haciendo trabajo social. Ya la universidad tiene una actitud completamente diferente, pero costó. El teatro es un arte y cuando a ti te toca el hecho artístico, estás tocado. ¿Por qué los artistas en general siguen haciendo arte toda su vida? ¿Por qué? Yo hice teatro toda mi vida porque es lo que me movía a expresarme”.

Medatia y AGO Teatro

Virginia Aponte llama a los logros de Teatro UCAB como “la Santísima Trinidad”. Después de que la agrupación comenzara, en 1995 surgió Medatia. En palabras de Duilia Díaz, esta fundación es el brazo social del grupo y se encarga de llevar cultura a todos los espacios donde no llega. “Eso nos ha permitido no solo ser voz sino también darle el micrófono a otros para que sean voz. El espacio central que da origen a todo ese sueño es en el Páramo merideño, en  San Rafael de Mucuchíes, frente a la capilla de piedra de Juan Félix Sánchez, quien fue aliado desde su creación”.

La sede de Medatia en Mérida es una casa construida por la comunidad y surgió gracias a las giras al interior del país que Aponte realizaba con los primeros miembros. En esa época, hace más de 32 años, ningún teatro caraqueño quería darles espacio para que se presentaran porque eran un grupo universitario. Buscó, entonces, otros lugares. El sitio que siempre los recibió fue Mérida. Allí se dio cuenta de que la gente se sentía tan feliz de recibir al teatro que, cuando tuvo la oportunidad, decidió construir una casa para alojarse. Juan Félix Sánchez conoció su trabajo y regaló el terreno donde la construyeron.

“El padre (Luis) Ugalde era rector en ese entonces y cuando le dije que queríamos hacer este proyecto, me dijo: usted está loca, se va a ir a Mérida para qué, me tiene que demostrar que eso es posible. Cuando construimos la casa, me dijo: ah bueno, te voy a dar el autobús para que suban los muchachos”, narra. En esa casita en el Páramo hacen teatro los niños y adolescentes del lugar. Por eso para la agrupación otra pieza importante de su historia es El Principito, un montaje infantil que hizo posible no solo las presentaciones de Medatia sino también los talleres con las comunidades aleñadas a la UCAB en las parroquias de Antímano, La Vega, Carapita y Las Mayas.

Todo aquel que quiera ser parte de la agrupación debe pasar por un año de formación conocido como “nivel 1”. Allí los más antiguos del grupo enseñan a los nuevos ingresos, quienes deberán presentar una obra de creación colectiva en las comunidades. Después, pasan a ser miembros regulares del grupo hasta que se gradúen en la universidad. El interés por seguir trabajando en Teatro UCAB como egresados fue lo que llevó a Aponte a consolidar, poco después, AGO Teatro, el tercer gran logro del grupo.

Diálogos Carmelitas 2025 contó con actores que participaron en el montaje de 1983 | Foto Ezequiel Carías @ezevisual

“Los que estaban y querían hacer del teatro algo profesional nos reunimos y sale AGO Teatro. Teatro UCAB es el padre, Medatia es el Espíritu Santo y AGO Teatro, Jesucristo. Eso es lo más valioso que tiene el grupo, tenemos el teatro profesional, el social y el de formación”, recalca Aponte. AGO Teatro, añade Díaz, tiene funciones en salas comerciales y se ha dado a conocer dentro de las artes escénicas del país. Lo que recaudan en taquilla lo destinan para el trabajo con Medatia.  “Un ejemplo es Canción de Navidad, de Charles Dickens, que tiene ya 25 años acompañándonos. Todos los años se remonta fusionando los elencos de ambos grupos para obtener recursos que permitan seguir funcionando en Medatia”, comenta.

Sin detenerse

En Teatro UCAB se trabaja con poco, con el espacio vacío, casi sin utilería ni grandes escenografías. Para la celebración aniversaria, en la que también presentarán El pájaro azul de Maurice Maeterlinck y La cantante calva de Eugène Ionesco, se usan objetos que tienen más de tres décadas en la agrupación. La universidad, detalla Aponte, les dio un apoyo pero, normalmente, todo lo consiguen ellos mismos y se reutiliza en cada remontaje. No siempre se montan las mismas piezas, pero sí hay unas que son constantes como Brujas de Salem de Arthur Miller o Medea de Eurípides.

“Eso da una identidad muy particular a la agrupación porque conecta entre generaciones a las personas y fortalece nuestros lazos. Se crean conexiones muy valiosas. Deben ser piezas que resuenen con nosotros y la realidad”, revela. Un día en la agrupación, como lo ha sido en los últimos 50 años, es un día movido, agitado y sin descanso. Nunca hay épocas tranquilas para quien hace teatro y en la UCAB no es la excepción: se trabaja en feriados, no hay vacaciones y todos  juntos en pro de realizar un buen trabajo.

Junto con Miguel Abreu, subdirector de Teatro UCAB y esposo de Díaz, trabajan día a día en guiar, acompañar y asesorar a los estudiantes. Poco se descansa, pero se muestran felices y satisfechos de la rutina. La experiencia que ambos vivieron en su época universitaria fue tan significativa que no se desligaron ni siquiera después de graduados. Ahora acompañan el quehacer teatral desde la experiencia y la madurez. “El reto tiene que ver con motivar al grupo y encontrar los proyectos alineados a la filosofía de la universidad, a la línea de piezas que tienen cosas en común y algo importante que decir. Todo está muy activo, va en tránsito de alguna manera. Uno trata de hacer que el presente teja lazos para lo que venga, que no sabemos con exactitud qué será”, comenta Abreu.

Ahora, con la edad, valora el poder ver hacia atrás y recordar que estudió en la universidad y estuvo en la agrupación. Con los años ha podido desarrollar un entendimiento y una visión muy completa de la experiencia que otorga ser parte del grupo. “Es un privilegio tener todo esto, el compromiso que tiene uno con los muchachos y la universidad es muy importante. Yo sé que con ellos tengo un rol de acompañamiento desde la distancia y la madurez”.

Los 50 años de Teatro UCAB, tanto Díaz como Abreu, los definen como un tesoro donde muchas cosas han cambiado y otras siguen exactamente igual. El grupo es tan diverso como las generaciones que pasaron por él gracias a su dinámica de constante renovación. Permanece su espíritu y objetivo: formación en valores, creación artística de calidad y compromiso con el entorno. “Ese compromiso se extiende más allá del mero hecho teatral, siempre tratando de ser una voz. Las piezas que escogemos tratamos que sean voces con mensajes pertinentes con el momento en el que nos encontramos”, señala Díaz.

El trabajo en equipo perdura también. En Teatro UCAB todos son necesarios y sin el otro, no funcionaría igual. Hay consciencia del equipo y los valores van permeándose a lo largo del tiempo sin pensar demasiado en el futuro. Ese es otro rasgo que los define como grupo: no se visualizan a largo plazo. En el día a día se hace y construye desde lo pequeño. Ese, a juicio de Díaz, es el secreto de su permanencia en estos 50 años.

“Una de las cosas más valiosas que tiene Teatro UCAB es que se enfoca en el presente y desde aquí construimos porque sabemos que estamos haciendo futuro. Mientras sigamos y no paremos, seguimos construyendo futuro. ¿Hacia dónde nos vamos a dirigir? No lo sé, porque son muchos los elementos que intervienen, pero la intención es la permanencia, es seguir trabajando, formando y haciendo. La meta, más que cómo nos vemos, es cuál es el propósito y yo creo que el objetivo es no detenernos”, destaca.

Con ella coincide Aponte, quien afirma que seguirá en el grupo, guiando a los de AGO Teatro en las tablas hasta el día de su muerte. “Cuando le pusieron mi nombre al teatro, dije: yo estoy viva, todavía no me he muerto. Me dieron el honor de estar viva y que el espacio tenga mi nombre, pero yo estoy. Y voy a seguir”.

50 años, para los que estuvieron, están y seguirán en la agrupación, son un tesoro de experiencias y conexiones.

Para Abreu tampoco está claro cómo será el futuro del grupo, pero sí sabe que sus miembros, los nuevos, los regulares y los más antiguos seguirán unidos por el cariño y la motivación de integrarse para seguir haciendo teatro. En el futuro, Teatro UCAB seguirá construyendo país.

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