Una revolución musical que sigue vigente destaca el periodista especializado Marlon Zambrano

Hoy, la sonoridad del Ensamble Gurrufío puede percibirse en cualquier agrupación de raíces tradicionales venezolanas: sus vueltas de tuerca melódica, su aventura experimental, la permanente fusión y ese juego musical que permite intuir lejanas referencias culturales son un recurso habitual.

Hace 40 años no era así. La música venezolana, en 1984, estaba sujeta a los vaivenes del mercado y el reinado era absoluto del joropo recio y otras expresiones de la música urbana emergente que estaba siendo apalancada por la cultura pop enaltecida por los canales especializados como MTV.

Con Gurrufío irrumpe vertiginosamente un estilo de música instrumental que empodera a un trío de virtuosos: Cheo Hurtado en el cuatro, Luis Julio Toro en la flauta y Cristóbal Soto en la mandolina son extraordinarios ejecutantes que se encuentran para interpretar piezas de compositores venezolanos en géneros como joropo, vals, merengue, pasaje, golpes, danza, pero con un acento propio, desconocido o poco practicado para entonces.

Poco tiempo después se les suma David Peña (Zancudo) quien pasa a consolidar al cuarteto que hasta hoy (con la intermitencia de algunos músicos invitados con el tiempo) mantiene un sello inconfundible, indefectiblemente vinculado con la venezolanidad.

“Lo razón por lo que se considera este conjunto como el más importante del género no sólo reside en su virtuosismo sino también en su sentido contemporáneo” llegó a decir Jun Ishibashi para la revista Latina-Japón. “Lo que Piazzola hace con el tango, lo hace Gurrufío con joropos, danzas y merengues” escribió Marion jacobson para el The Washington Post.

He allí su impronta

Lo que le ha legado el Ensamble Gurrufío a nuestro acervo cultural, 40 años después, es una manera revolucionaria de hacer latir el corazón de nuestra música, más allá de los convencionalismos y purismos del género, que en cuanto al arte suelen ser implacables.

Más allá de su legado, lo inaudito de estos ya no tan jóvenes innovadores, es su capacidad de mantener plena vigencia por su contemporaneidad, y así lo escucha el mundo.

La gloria en cuatro décadas

Celebran: Desde España iniciaron una gira denominada El Reencuentro, por la que se reunieron los músicos originales (mas Juan Ernesto Laya en las maracas) el miércoles pasado en Madrid y continúan mañana en el Teatro Infanta Leonor de Tenerife. Seguirán en sucesivas fechas por Venezuela y Estados Unidos.

Más de 100 países: A lo largo de estas cuatro décadas han disfrutado las presentaciones en vivo de la agrupación.

Entre sus discos: Maroa (1993), El cruzao (1994), El trabadedos (1997), Cosas de ayer (1998), con la Orquesta Gran Mariscal de Ayacucho (1999), Riqui Riqui Riqui Ran (2005) y El reto (2004) son tesoros invaluables para cualquier melómano.

Lcda. Jessika Urribarrí V.Noti/Imágenes

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