Dr. Gustavo Duque Largo
El panorama político chileno para las elecciones de 2025 comienza a dibujar escenarios definidos. En los últimos días, un hecho llamativo ha acaparado la atención de analistas: el respaldo público y explícito de tres figuras de peso específico dentro de la centro-derecha y la derecha pragmática al líder del Partido Republicano, José Antonio Kast. Jaime Mañalich (exministro de Salud de Sebastián Piñera), Cristián Oyarce (exalcalde de Pudahuel con arraigo popular) y Karim Daza (concejal de Independencia, representante de una derecha joven y comunal) han alineado sus fuerzas con el proyecto de Kast.
Este respaldo no es meramente simbólico. Representa la convergencia de tres corrientes dentro del espectro no-oficialista: el tecnócrata liberal-conservador (Mañalich), el gestor municipal con base territorial (Oyarce) y el nuevo rostro político con enfoque en seguridad y gestión local (Daza). Juntos, aportan credenciales de gestión, redes territoriales y un puente hacia votantes indecisos que ven en Kast una figura de convicciones fuertes, pero que cuestionan su capacidad de gobernar para “todos los chilenos”.
¿Balotaje Asegurado?
Surge entonces la hipótesis que hoy recorre los pasillos políticos: Con este apoyo estructurado, José Antonio Kast se aseguraría virtualmente el triunfo en un eventual balotaje presidencial en diciembre de 2025. Los argumentos que sostienen esta hipótesis son los siguientes:
Primeramente tenemos la unificación del Campo No-Oficialista. En este sentido, el gran desafío de la derecha y centro-derecha desde 2021 ha sido la fragmentación. El respaldo de estas figuras, que no provienen del núcleo duro republicano, señalaría una unificación voluntaria detrás de un único candidato. Esto refleja un virtual triunfo en el balotage por parte de Kast con una coalición ampliada, maximizando sus votos desde el inicio.
Como resultado de lo anterior, se lograría para Chile Legitimidad de Gestión y Moderación. Es publico y notorio que Kast ha sido frecuentemente caracterizado por sus rivales como un ideólogo lejano a la gestión concreta. La incorporación de un exministro clave como Mañalich (quien enfrentó la fase inicial de la pandemia) y de alcaldes con experiencia en gobierno local agrega una capa de “pragmatismo administrador” a la fórmula. Esto es crucial para seducir al votante de centro-derecha que valora competencia técnica y moderación en el estilo.
Otro argumento radica en las Redes Territoriales y el Voto Popular, puesto que Oyarce y Daza representan un anclaje en comunas populares y de clase media. Su capacidad de movilización y su lenguaje conectado con problemas cotidianos (delincuencia, servicios municipales) podrían abrir
puertas en segmentos socioeconómicos donde el republicanismo tuvo techo en 2021. Esto podría traducirse en los puntos porcentuales necesarios para ganar una segunda vuelta con amplio margen.
Por ultimo y no menos importante se basa en la narrativa de Unidad y Gobernabilidad, ya que la imagen que se proyecta es poderosa, no es solo el partido de Kast, es una gran coalición patriótica y capaz para “rescatar a Chile”. Esta narrativa, eficaz en clima de polarización o descontento con el oficialismo, podría ser decisiva en un balotaje, donde se moviliza el “voto útil” en contra de la alternativa opuesta.
Sin embargo, la historia política chilena reciente está llena de coaliciones “vencedoras” en el papel que se desdibujaron en las urnas. Empero, la convergencia detrás de José Antonio Kast es, sin duda, el movimiento político más significativo de la oposición hacia 2025. Crea un piso electoral sólido y lo posiciona como el gran favorito para ganar en el balotaje y, en esa instancia, como un contendiente formidable.
Sin embargo este es un análisis de potencialidades, no de realidades. La democracia chilena ha demostrado ser sorpresiva. Los apoyos construyen caminos, pero el último paso siempre lo da, en el secreto de la cámara de votación, un ciudadano o ciudadana cuya decisión final está sujeta a un millón de influencias, la más importante de todas: el futuro que imagina para sí y para el país. La única certeza es que, si este escenario se mantiene, Chile se encamina a uno de los balotajes más definitorios y polarizados de su historia reciente.
(Nota del autor). Este artículo es un ejercicio de análisis prospectivo basado en un escenario político hipotético construido a partir de declaraciones y alineamientos recientes. No pretende predecir el futuro, sino explorar las dinámicas que podrían configurarlo. El resultado final solo lo decidirán los votantes en noviembre y diciembre de 2025.
Abog. Máster en Relaciones Internacionales
gustavoduquelargo@gmail.com
