Por Ovidio Pérez Morales

Pudiera hablarse de dos caras de la Navidad. Una, la que se ha universalizado también en regiones no específicamente cristianas y consiste en un tiempo particularmente festivo, de luces y regalos, de vacaciones y encuentros.
Para los cristianos, la interpretación de la Navidad reviste un sentido de alegría, que en la práctica exhibe diversos niveles de profundidad y de acento religiosos. Para muchos, la conmemoración se queda, sin embargo, en lo que pudiera llamarse superficial, prevaleciendo el ambiente general celebrativo.
La cara navideña predominante para los cristianos subraya los aspectos bíblicos luminosos respecto de la humanización del Hijo de Dios y su comienzo visible terrenal en Belén tales como: el canto de los ángeles, la adoración gozosa de los pastores, la visita de los magos guiada por la estrella. Alegría y luminosidad puestos ahora de relieve por el pesebre —feliz invención de Francisco de Asís — y los cantos decembrinos que, en Venezuela, por cierto, tienen un jubiloso estilo con los aguinaldos. La liturgia de la Iglesia envuelve la celebración de la Navidad con regocijo y esplendor litúrgicos, enmarcándola en varias semanas de preparación y recuerdo. En nuestro país se dan también expresiones regionales simpáticas de compartir como son, por ejemplo, las posadas.
La otra cara es este otro aspecto de la vida y acción salvadora de Jesús, la cual ha de reflejarse en algún modo en el ser y actuar de los cristianos durante su peregrinar por este mundo. La espiritualidad creyente ha de incorporar también la propia cruz (pruebas, sufrimientos, renuncias, penitencias) recordando aquello de Jesús: “El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lc 14, 27).
Estos son someramente algunos aspectos de la otra cara que los Evangelios dibujan someramente del primer tiempo de Jesús, quien asumió de verdad la condición humana, en coordenadas de pobreza y dificultades, de las cuales los escritores primitivos ofrecieron solo algunos trazos.
Esta otra cara implica una seria exigencia para quien escribe y para los hermanos en la fe: tomar la vida cristiana en serio, siguiendo los pasos de Jesús y su mandamiento máximo del amor y celebrar la Navidad en coherencia con el misterio de la fe.
Feliz Navidad!!!
@OvidioPerezMorales
