Por Douglas Zabala

Un fantasma de nuevo recorre el mundo de la oposición y para no seguir parafraseando al mal recordado alemán Carlo Marx, aquí en Venezuela anda vivito y coleando de nuevo el fantasma de la abstención.

Él anda exigiendo que “con mis electores no te metas” y alegan que jamás aceptarán ser encandilados con esa Ouija volumétrica mal llamada captahuellas, que de seguro pondrá en contacto todos los votantes con el finado Tascón.

Este fantasma abstencionista, como en sus mejores tiempos de las jornadas de protestas en los alrededores de la Plaza Francia, hoy chantajea y enfila baterías contra la principal señal de rectificación en los últimos años, de una oposición que, habiendo probado el amargor de las derrotas abstencionistas, hoy ha resuelto regresar por los caminos del voto, la unidad y las primarias.

Como si fuesen voces del pasado resurgen de modo fantasmal las trilladas frases abstencionistas: “La Comisión Nacional de Primarias debe decidir si se vota de forma manual o si se utiliza el combo fraudulento que nos ha impuesto el régimen del CNE”.

Los mismos abstencionistas de siempre han salido a esgrimir que “una máquina que registre que usted votó –ni hablar si tiene captahuellas, porque si tiene captahuellas es directo y todo lo que haces queda identificado- sabe todo sobre el elector”.

Así van de esquina a esquina y por todas las redes estos fantasmas de la abstención, azuzando y acorralando a quienes tienes en sus manos la decisión de dirigir el proceso electoral de las primarias.

Podrán los miembros de la Comisión Nacional de Primarias sobreponerse a las presiones abstencionistas, y sin temor alguno, echar a un lado a quienes chantajean con el cuento de la pureza absoluta del proceso rudimentario y manual.

Tendrá este organismo comicial el suficiente valor para lograr exorcizar al fantasma abstencionista e imponer el criterio de que para escoger al próximo candidato de la oposición venezolana habrá que hacerlo con el mismo CNE con el cual lo escogeremos como presidente de la República. El justo y precario tiempo lo dirá.

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