Por Douglas Zabala
Es evidente que durante casi todo el periodo de guerra en la independencia los patriotas y realistas de algún modo buscaban regularizar su guerra, de manera que en ambos bandos se actuara con mediana cordura en las ocasiones donde resultaran victoriosos y su deber era ser magnánimos con el vencido. José Antonio Páez fue un ejemplo al igual que el libertador en esa materia.
Así como se produjo el tratado de regularización de la guerra en 1821, lo primero que hace Venezuela después de la separación de Colombia La Grande, es emitir el Decreto del 20 de junio 1830 donde se les restituye sus derechos a los perseguidos por opiniones políticas.
El Congreso Constituyente de Venezuela de 1830, quien sería la institución donde se produciría el decreto en su único considerando señala con diáfana precisión en su artículo primero, “Que todas las personas que hallen presas o detenidas en el territorio de Venezuela, por los acontecimientos políticos que han tenido lugar en la Nueva Granada, desde que se disolvió la Convención de Ocaña hasta el 26 de noviembre último, sean puestas inmediatamente en libertad”.
Además, el decreto de marra expresa de forma inequívoca en su artículo 2° “Que todas las personas, que por haber tenido alguna parte en dichos acontecimientos o por opiniones políticas, fueron expulsadas del territorio de Venezuela, puedan restituirse inmediatamente a él, reintegrándose tanta a estas como aquellas en el goce de todos sus derechos”.
Este decreto de reconciliación nacional aprobado desde la Sala del Congreso de Valencia fue refrendado con la firma de Andrés Narvarte su presidente y la del secretario Manuel Muñoz; y por supuesto, el 26 de junio de ese mismo año sin dilación alguna el General José Antonio Páez lo puso en inmediata ejecución.
En estos tiempos del siglo XXI quienes gobiernan al País, muy bien pudieran hasta por vergüenza histórica, emitir un Decreto de Amnistía General para los inhabilitados y presos políticos, tal cual como lo hicieron en el pasado nuestros héroes patrios, que según dicen ellos seguir y hasta idolatrar, a pesar de su gobierno bolivariano, represivo y antidemocrático.
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