Emiro Albornoz León

Pedirle a Nicolás Maduro que renuncie a su cargo de Presidente no es ningún acto de traición a la patria, ni mucho menos conspirativo.

Ya muchos gobiernos de América hablan de transición a partir del 28 de julio cuando se da por descontado un apabullante triunfo del académico y diplomático Edmundo González Urrutia para sacar a Maduro del poder a punta de votos democráticos.    

Y no se trata de capricho ni despropósito alguno, sino que es lo pertinente para esos gobiernos ante la grave crisis económica, social y política que vive Venezuela luego de estos 25 años perdidos de revolución.                    

Lo peor es que quienes lo solicitan son gobiernos que tuenen afinidad ideológica con el de Maduro, como acaba de suceder con el Canciller de Colombia,   Luis Gilberto Murillo,  quien aseguró que lo que pase en Venezuela tiene un «enorme efecto» en su país.  Y explicó que el acuerdo propuesto por Petro en días pasados quiere garantizar una «transición tranquila» después de las elecciones del 28 de julio. Más claro no canta un gallo.                                                         

La Casa de Nariño está convencída que Maduro será derrotado el 28 de julio y recomiendan al régimen que se dé una transición en paz.    La airada respuesta de Diosdado Cabello no se hizo esperar, pero a esta el Canciller colombiano le respondió sarcásticamente: «a palabras necias, oídos sordos».   Este cronista  le pide a Maduro que una vez derrotado el 28 de julio, inmediatamente  renuncie a su cargo de Presidente. Este país no puede darse el lujo de tener por 6 meses más a un presidente que ha ocasionado tanto daño.         

Que lo haga con hidalguía y dignidad .                                        

Hay númerosos ejemplos en América Latina de muchos Presidentes que dimitieron antes de concluir su mandato al producirse severas crisis en sus gobiernos, pero que no se le comparan a lo que ha sucedido y acontece hoy en Venezuela que ha obligado a más de 7 millones de compatriotas a huir del país.                                        

Raul Alfonsin en Argentina, dimitió faltando pocos meses para culminar su gobierno ante una severa crisis económica.

Fernando de la Rua, quién ascendió al poder, también en Argentina, en 1989, se vio obligado a renunciar en 1991 sin haber cumplido la mitad de su periodo ante protestas callejeras que dejaron resultados trágicos.    

Gonzalo Sánchez de Lozada renunció a la presidencia de Bolivia ante exigencias del pueblo en la calle, y su sucesor Carlos Meza , también hubo de hacerlo.  Abdala Bucaram, en Ecuador, no renunció sino que fue destituido por el Congreso de su país sólo por sospechas de enajenación mental ante acciones públicas del mandatario que fueron consideradas inapropiadas.  Funcionaron las instituciones.                                        

Y hay una renuncia , Presidente Maduro, que es histórica y ejemplarizante para quienes alardean de patriotismo y bolivarianismo.      

El 2 de agosto de 1828, luego de crecientes manifestaciones de disconformidad  por parte del pueblo boliviano, el Presidente de la recién creada República,  El Mariscal Antonio José de Sucre, renunció a su cargo, y en su mensaje al Congreso expresó:        

«En el retiro de mi vida veré mis cicatrices y nunca ne arrepentiré de llevarlas cuando me recuerden que para firmar a Bolivia preferí  el imperio de oas leyes a ser el tirano o el verdugo que llevara una espada pendiente sobre la cabeza de los ciudadanos».                          

Presidente Maduro, hágale un favor al pueblo venezolano que tiene la decisión irreversible de cambiarle el rumbo al país sacándolo de la presidencia. Renuncie el mismo día 28 de julio apenas se conozcan los resultados. Ojalá lo haga antes.

Periodista. emiroalbornozl@gmail.com.

José Antonio Guzman

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Ingeniero electricista. Ingeniero en Tekecomunicaciones

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